martes, 18 de septiembre de 2012

Ojos abiertos

Desafiar cada noche
al canto susurrante del sosiego,
rememorando las vivencias últimas
en la calma errante de la razón,
en la trágica oscuridad del sentimiento.

Para ponernos nombre,
(perdóneme, ilustre don Luis García,
por enquistar una de sus perlas
                                                   en el aire
desdichado y mal inspirado que es este poema)

con la memoria pasada, observemos
sin prisa alguna el discurrir de las estaciones.

Os recuerdo
como hijos de otro tiempo.
No olvidaré aquel año
cuando la inquietud temblorosa del desamor
se tornó (¡oh, caprichos del destino!) en alegría
y gloria sin fin. Porque
en otras primaveras
(digamos mejor horribles inviernos)
fuisteis todo y nada; fuisteis polvo, o vida, o sueños
que el tiempo fue horadando en la sombra de la almohada.

Y ahora,
cuando han triunfado las espadas,
os contemplo
tornados en recíprocos autarcas
de un gobierno infinito, mas frágil, doloroso,
peregrino;
                 con el sentir sombrío
de aquellas noches solitarias que sin remedio
se quebraron en un último amor
apercibido frágil e imposible.

Tus lágrimas, en mí. Mis lágrimas, contigo.
En la hermenéutica perdida en el último verso,
me siento como aquel osito de peluche,
             – ¡símil absurdo!, pero correcto a todo punto – ,
     (que fue vaticinado en la noche de los tiempos
     por un poeta desenamorado de un febrero remoto,
     perdido en el otoño;)

que pervive en la miseria del silencio amado,
que no se va,
que no regresa,
que no huye
mientras el amanecer complutense le da la espalda,
acaso no tan lejos de la ignorancia
no muy cerca de los tiempos pretéritos.

Saber valorar (obviamente, a tiempo)
que la amistad no es tierra baldía en el corazón,
ni mucho menos. Saber valorar
las caricia cibernéticas de aquellas noches
frenéticas, temibles, imborrables.
                                                      Mas
el poeta nunca anhela, ni somete,
tan sólo espera
al veredicto de aquella burocracia cósmica
que convirtió las cenizas en fénix.
De un lado o de otro,
está en la mano de todos, de nadie, de algunos,
en la apertura fugaz a una nueva experiencia,
a una nueva esperanza
de primaveras tejidas en la incombustible
energía infinita subyacente de la vida.
Ni siquiera reclamo lo que es mío

En ciertas ocasiones
merece la pena volver atrás;
los años del recuerdo.

Ojalá no se os prive
de lo que el amor os legó esa noche de marzo,
pero (y conste que digo por ejemplo)
si una noche lejana
los viejos fantasmas se convocan a tu encuentro
o al suyo,
al fondo de esa habitación oscura,
de ese ínfimo, oculto espacio saldrán los poetas
y los espíritus que en otro tiempo pergeñaron.


Con la satisfacción del deber cumplido,
tan solo espero
mirar hacia adelante y a las nuevas amistades;
mirar atrás
y no tener que arrancarme los ojos.




En el tren, 14-17 de septiembre de 2012. 12:14 h -11:52 h

jueves, 13 de septiembre de 2012

Aria triste

Equívoca memoria
para los remotos versos de fin de verano
en un desesperado intento por recordar
cómo se engendra un poema a media voz
después de vacaciones.

Noche difuminada,
ausente de razones y de sueños.
Se pierden cien espectros en la bruma.