domingo, 19 de septiembre de 2010

Un soñador para un pueblo

Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más.
Caminante, no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

Antonio Machado, Cantares, Campos de Castilla

A la memoria de José Antonio Labordeta (1935-2010)

Viajero de ilusiones, soñador de libertades, gentil caminante,
quedó pequeño tu país en la mochila
y llevaste tu cantar más allá de este vivir miserable.

Digo "libre" y es clamar tu nombre,
resonando sin complejos el triste cantar del arraigado zaragozano
y pervive en los corazones de los puramente humanos
la esperanza del infinito sendero del que nunca regresará el poeta.

Escucha, mundo infame:
                                        se ha ido el poeta, el soñador,
el cantor de la paz y la esperanza, triste poeta.

Hiciste bien, genial Labordeta:
no hay lugar en este mundo para los buenos
mientras los corruptos latifundios invaden tu país,
                                                                            nuestra patria.
Hasta el último suspiro recelaste de los crueles,
de hombres de cemento, piedra y fuego, sin alma y sin principios,
que por no saber no saben ni llorar.

Así se forja el saber, en la ignorancia de las masas,
en la aparente soledad del llano zaragozano,
en la naturaleza del hombre de campo luchador,
en el sentir del jilguero enjaulado
                                          que se ganó la libertad con el batir de sus alas.

Tierra estéril, tiembla:
                                   ha muerto el creador de sueños,
se ha ido la esperanza activa de la lucha por el mañana,
para no volver jamás.


Bien hecho, admirado genio:
cuando nadie valora los esfuerzos, es mejor irse y empezar de nuevo,
pues es naturaleza humana acordarse de los buenos cuando es demasiado tarde.


Y ahora que no estás, abnegado caminante,
para los que siempre fuimos y seremos tus custodios de canto y libertad
hoy el mundo es tal vez un poco más gris que ayer...

lunes, 13 de septiembre de 2010

Esencia

Con la tristeza del último beso de amor
antes de partir al desierto del olvido
me apresuro a escribir esta canción desesperada
antes de que mi amor vuele hacia ti y se pierda entre la bruma.


Con el pesar del enamorado que sin quererlo
ve subir a su amada al vagón de un viejo tren gris,
oyendo el rugir de la locomotora del olvido,
y la despide con amargas lágrimas que caen sin remedio en el andén.


Hoy te escribo allá donde estés, sin poder amarte,
quiero ser la luz nueva de tu horizonte ensombrecido,
y aunque no pueda sentirte, princesa, estoy a tu lado,
siempre estoy allí donde tu amor me invoca.


Una suerte de lamentos llenan mi boca y mi corazón
y poco a poco se van fundiendo entre mi amor y la lluvia
de este otoño veraniego, de este súbito septiembre
mientras mi corazón desalmado y mi alma descorazonada
planean juntos y sin solución un suicidio colectivo...


En cada beso se va hacia tu boca un pedazo de mi alma
y a cada beso recibo de tu amor varios fragmentos
y así, beso tras beso, caricia tras caricia,
se va puliendo un mosaico de belleza sin igual
donde dos almas se encuentran y amándose se reconocen...


Hoy vuelvo a soñar contigo y sin ti,
deslumbrándome con la pureza de tu amor,
viviendo cada día en que te busco como si fuera el último,
queriéndote cada noche como si fuera la primera;


y así se pasan los días, los meses, los años, sin tenerte
muriendo despacio, verso a verso, sin solución,
soñando con volver a la vida con tu esencia femenina
de mujer enamorada con aroma a flores frescas.


Esta noche es otra más sin tu corazón unido al mío
por la magia fulgurante de nuestros labios soñados
y mientras se pudre de sueño mi corazón helado
me desespero, impotente, recordando tus caricias
hasta la próxima vez en que mis sueños se hagan realidad...

martes, 7 de septiembre de 2010

Camino

Mientras sufro un poco más esta noche
se termina de marchitar la tímida flor de mi vida,
                                                                      la rosa de mi amor,
y en su lugar cientos de abrojos espinosos
se ciernen sobre mi asentado pesar
sangrando sin remedio mi blanca fantasía
y mutilando mis recuerdos...


Recordar
ya es sólo dejar pasar el tiempo sin sentido
buscándote y no encontrándote en las profundidades del pasado.






Ya no sé si mis recuerdos son mis recuerdos,
ni si mi vida es mi vida,
ni si mi amor...
                           ...no.
                                    Mi amor es infinito y eterno.




Al querer encontrarte
te pierdo en un sinfín de búsquedas,
y mi amor se desangra por el camino
mas con un leve hilo de vida permanece consciente
                                                                   y esperanzado.
          
Se hunde otro día más de mi vida.
Entre sollozos, la sensación de haber perdido el tiempo...


Pero en lo profundo de la noche
al fin - ¡por fin! - te encuentro en la lucidez de mis sueños.
Sé que no eres tú,
                           pero ¿quién soy yo?


Qué más da,
me pregunto a veces cuando miro al horizonte
sin saber muy bien hacia dónde dirigirme para contemplarte.


Y así pasan los días y los meses,
muriendo y resucitando en un largo camino.


Pero la esperanza del mañana,
                                              del mañana efímero y sutil,
hace resurgir mi alma de las cenizas del desamor.


Y desvaneciendo mi alma en la oscuridad de mi pesar
muere otro día, se escapa otra noche,
y mañana será otro día.

viernes, 3 de septiembre de 2010

Noche triste

A Vicente Aleixandre, poeta español

Grita sobre el tejado una luna ausente.
Se pudren lentamente las cenizas de un tiempo feliz
y se queman sin retorno las ascuas de otros mejores.


Muere otra noche.
Pervive, angelical y diminuto, un amor sin resultado,
un amor que siempre existe y nunca está,
amor frágil de vidrio pulcro que se quiebra con la vista.


Mas brotará de las heridas de nuevo
con resurgir venturoso la furia de los vientos
y en el sublime rugido de la aurora
brillará la rosa clara en el abismo de la soledad y del olvido.


Y allí estaré, ingenuo y temeroso,
aguardando a probar el dulce aroma de tus labios de nuevo.
Allí estaré, sinuoso, débil, vivo, muerto,
resucitando de tu boca los vidrios rotos,
reuniendo pedazos de corazón ensangrentado con el fluir de tu esencia,
recomponiendo el alma de cristal y de poeta
que muerta de frío cabalgó sin rumbo al reino de la noche de las noches.