jueves, 31 de octubre de 2019

Rúbrica

Y amar, y escribir,
y cada tarde otro prisma
absurdo en que mirar,
morar en él, vivir, rezar acaso...

Hojas

aquella barca invisible,
    — fragmentos de fin otoñal,
        cristal deshecho en cien colores —
            y la bruma que evade
                caminos y suspiros antiguos

qué más dará quién eres
    si todo en un segundo será en vano,
        si en los atardeceres no te encuentro,
            si no puedo buscar
                los ojos encubiertos por el llanto
                    opaco y descompuesto en el camino

las hojas pasarán,
    y cada tarde
    serán nuevas figuras en el cielo
        y cantará otro marzo,
            y tal vez recobremos la locura
                y todo vuelva a ser

                                                  [31.10.19]

miércoles, 30 de octubre de 2019

Esta guardia

A veces yo te amo,
y a veces es la sombra el infinito.
A veces tiembla todo
en la noche y en mí, y el garabato
tan bello de tus ojos
como dos breves nácares, oscuros,
cálidos, misteriosos.
A veces miro al techo en la litera
y me cruzo el profundo desengaño
que a veces nunca exista.
A veces desearía
que al mundo le doliera la cabeza,
y nosotros, sin rumbo
a veces, perdiendo el control
en un control perdido en una planta
de Medicina interna
(no sé, por dar ideas).
¿No dicen que se folla en los quirófanos?
Pero esto es otro asunto:
tornados en tu pelo
y en juventud extrema son tus besos
rigor de otra galaxia,
eterno paradigma la frescura de los labios,
¡oh, tiempo del hechizo,
oh, fulminante y confirmada gloria!

La realidad es distinta:
en este techo infame de los cuartos
de guardias
hay un par de polillas
que juegan con mi tiempo y con el sueño
de que un día suene el busca por placer
y encuentre una mirada y un abrazo
y un cántico y un verso y el clamor
de tus bellas sonrisas infinitas.

A veces nunca duermo
y es tu fugaz recuerdo el que me acuna
las noches imposibles.
A veces, solo un sueño
y a veces imposible.
A veces
sólo a veces gran amor
a veces eres pura y eres mágica,
a veces tan blancura,
a veces tan Romero de Torres
a veces tan recuerdo
y a veces tan ausencia.

A veces tan extraño.
A veces una sombra me desvela,
y ya no somos nadie
y continúa esta guardia
infame y derrotada
que nunca es un contigo,
que nunca es un felices, ni un te quiero.



Alcorcón, 30.10.2019 00:08

sábado, 26 de octubre de 2019

Pescador de perlas

El niño recogió la dulce llama,
y divisó los pasos
que aquel amor sembraba por la arena.
Con su canción rosada
las viejas albuferas adquirieron
una música de tránsito.

Su corazón de alambre
sólo ha sabido amar sin ser amado.
Abraza, ¡ah, pescador de perlas rotas!,
la tímida silueta de su canto,
dorado y lánguido recuerdo.
Quizás halles sonrisa
donde hace algunos años era escarcha.
O tal vez otra ausencia
más.
Eres un ser de fuego.
                                      (Amargo juego
de aleves parpadeos.)
La tinta corre en vano: es el destino
del hombre perforado por la Nada.

El niño regresaba
con un puñal de inviernos en los ojos.
Los pájaros y las
caricias de las verdes albuferas
son su único refugio.

Quizás nunca se aprende a ser amado,
aprenderá a pensar
mientras la noche cierra
recónditas recámaras
para posar la voz,
ni a amar cada centímetro de yermo
hasta agotar la pólvora.

Algunas tardes
regreso a los confines de la playa
buscando algunas flores en la piedra
y el prisma de los tiempos.

Y ahora

me anhelas transportarme a la poesía
del tiempo sin placer,
tiempo de la midriasis misteriosa
que no quiero evitar;
y, blanco sobre negro, en cada guardia
recuerdo que un día hubo un pobre niño,
un pescador de perlas
caminando descalzo por la hierba
para sentir la lluvia.

Y ahora es el teléfono una nueva
ventana de socorro.
Tu voz, serena y dulce, reconforta
los horizontes perdidos;
tu paz salva el insomnio de los timbres,
y una caricia tímida a veces
me salvará la vida.

Yo sé que no lo sabes, pero yo
sigo buscando flores en la arena.
¿Será este dulce aroma de nuestra madrugada
que encerrará la luz con que subsisto?
Yo sé que no lo sé, pero te busco
y te amo, y no lo entiendo.

El niño sólo sabe amar sin ser amado,
y buscará su suerte
allá donde la vida se la esconda.



Estación de Tribunal (Madrid),
26 de octubre de 2019, 18:15

sábado, 19 de octubre de 2019

La luz prodigiosa

Mi soledad sincera,
la que resopla en estos días de lluvia
sobre el acero verde
entre la nada, el techo
y las miradas breves,
puede pasar la tarde
como una aurora triste en el otoño
oculta por la ausencia.

Pero, en tu luz certera,
me haces una sonrisa cada noche,
como un verano abrupto;
y el mar que se desprende de tu canto
rememora sincero
las tardes de hace años en el parque
cuando otros cuerpos eran
y todo era un regalo y la pasión
invita a sumergirnos.

Mas ahora no soy nada y, sin embargo,
recorro tus miradas
y el bello carmín tierno del recuerdo
cierra nuestros abrazos
y hacen en uno mismo una verdad
que tal vez sea remota,
desesperada, ausente,
pero que cada día
renueva una esperanza,
para que en cada guardia
recuerde cada incógnita en tu pelo
tan trenza como siempre,
tan oro como el mundo que ahora es tuyo,
tan dulce tu presencia
y tan amor de invierno cuando miro
tus ojos misteriosos,
océanos de paz, ríos infinitos,
canción de vida nueva,
¡quién sabe si distinta, quién si amarga,
quién si un nuevo destino...!

¿Será en aquella noche
que llegaré a quererte?
No escapes, no me olvides. Sólo sueño
las mañanas eternas,
los besos que aún no dimos en la sombra,
los tímidos abrazos
la piel y los bombones.
Cómo lo haré. No sé
si te amo de momento.
Que estúpido es el poeta a cada rato.
Quizás puedas quererme,
tal vez no me soportes,
pero en el fondo hay sueños y recuerdos
que puedes revivir para contarme
que tal vez tú me quieras (de momento)
y todo pueda ser,
                                y cada invierno
tus besos y caricias sean relámpago e ingenio,
oasis de bondad que me redima.


Leganés, 18 de octubre de 2019