miércoles, 28 de noviembre de 2012

Apalabrados

Tú me llamas, amor, yo cojo un taxi.

Luis García Montero


Tú dices "vida",
y yo, "sueño",
y, azul, me sueñas
una flor
que es luz en el desierto.
Intento decir "cerca",
mas se queda en "pronto"
y yo,
voluntario vasallo,
musa del tiempo
de mí, del Universo.

Dices "viento"
y en cúmulos dispersos de belleza
se levanta el alba,
vienes a mí
única,
restituida
como el viento que acuna
las rosas de papel en miradas inocentes.

Me toca:
ahora
digo
"miradas",
y te miro,
Diosa mía,
manantial de arcoiris conjugado de susurros.
Sobre la luna titánica
despierto un boceto de tu boca
con el lápiz de un verso.

Y dices:
"sonrisas",
y
me enseñas el camino.
Mientras, con luz difusa de reflejo quiescente,
los brazos de la mañana se escapan
confundidos
en el tacto de seda que me ofrecen
tus sentidos.

                       El juego
se pone interesante.
                              Tras
la necesaria pausa
de tus besos,
dices "corazón".
                           Levanto
la mirada
y
tus ojos músicos
me susurran vientos lejanos,
canción de cítara sombría,
perfecta sinfonía descompuesta por el polvo
de los tiempos
inquietos
que dominas,
que me regalas.

Pasan
los turnos.
Yo digo "arma", respondes "cama",
tú dices "amor" y yo te invoco,
infinita
te pienso
ferozmente realizada,
te deseo
cristalina estrella,
inmaculado rocío de primavera,
y con el íntimo deseo de aquellas miradas
de fin de invierno
resucitadas
                  dejamos el juego









                               ...y bajas a la tierra para llevarme al cielo.




Leganés, 28 de noviembre de 2012

Lluvia

El alba de la noche
difumina el cristal de la mirada
perdida de los taxis.

Asisto
a la necrosis de la primavera,
letargo de caricias y miradas
otrora

        en otro abril
                        transfiguradas
en las tardes hipnóticas de un noviembre nuevo
infiltrado de elogios y  de rosas.

Despiertan
las sombras
escritas en el llanto de la tierra,
tercamente escabrosas.
Danza macabra.
Afasia.
Tiempo de alucinaciones visuales.

La noche del diluvio. Con la mirada puesta
en el cantar de gesta del habitual silencio,
aquí me hallarás, camino del suplicio,
confundiendo mis versos con realidades,
con el alma derrotada del deseo.

A la luz de tu trémula sonrisa
nacarada, inviolable, fenestrada
                                         de misterios
en penúltimas paradas de autobús,
pulquérrimo vidrio,
                               —testigo
del paso de los años y los hombres
bajo las nubes
lacrimosas de lóbregas mañanas
malditas,
hipnotizadas en la mirada de la luna
evocando el rumor callado de la tierra.

No me gustan los días de lluvia.





En el autobús, 8 de noviembre de 2012.
07:26

martes, 6 de noviembre de 2012

La música

A Ángel González

Si la vida fuera música,
me pasaría las tardes
de cinco a nueve
dibujando en las nubes
componiendo
la eterna primavera de Vivaldi
y el invierno de Piazzolla.


Si la vida fuera música
habría terremotos de timbales
y violas de destrucción masiva
y no habría
conciertos para gerifalte y orquesta.
Tan solo
se
atendería
a reglas puramente musicales,
             armonía,
             belleza,
             ritmo
             constante....

Pero
también hay un poco de nosotros,
y
si la vida fuera música,
en las noches oscuras
envueltas de otros tiempos
la cuerda quebrada del silencio
nos traería
catedrales sumergidas en el viento
del oeste,
la voluntad póstuma del piano
en la pétrea cabellera
de un busto despeinado de Beethoven,
¿o era Schumann? —Ahora
que lo pienso, podría
ser
Liszt.
          Es igual,
pero
te quiero decir
que
si la vida fuera música
me pasaría
las noches en vela
acompasando
canciones en las sombras
deslizando
cada dos por tres un tres por cuatro
reuniendo cuidadosamente las negras con puntillo
en la ribera oculta de tus sábanas de pentagramas
interpretándote despacio en arpegios de amapolas
porque
si la vida fuera música,

serías la más perfecta sinfonía.

Leganés, 6 de noviembre de 2012