lunes, 12 de diciembre de 2011

Inseguridad

Hace frío.

En las noches de insomnio de diciembre
recuerdos como espinos
cristalizan lejos de la ciudad. Bruma y sueño,
mi perdición completa en el humo de las calles.

Sospechar de una aguja en el pajar,
de volver atrás, a los recuerdos desolados
que creí, iluso, barridos de mi vida,
no es solo sentir los vientos de antaño
agolpados contra las ventanas de mi casa,
es mucho mas que un teatro de luz negra
de libreto incierto y actores desesperados.

Tengo miedo
de volver a caerme contra las rocas.
Tengo miedo a la sombra del tiempo, a los fantasmas
que se pasean por mis recuerdos buscando cobijo
o alimento.
             Tengo miedo
de encontrar la respuesta equivocada,
¿quien no lo tiene acaso?

Dos nombres,
                cuatro vidas,
                                días inciertos,
y nuestra única llama encendida va pudriéndose
en el Madrid más frío y gris que vieron los tiempos.

Pero sobre todo
tengo miedo a la soledad del tiempo,
a levantar la vista y que no estés,
a derribar mi mundo establecido:
a perder
el brillo de tus dulces ojos en el camino.

A veces en mi soledad, anhelo
trasladarme a mis tiempos de límpida inocencia,
a aquella fantasía
donde amar era un juego de princesas.

Tempus fugit. Mi sórdido lamento
se lo llevado un grajo con la vista.

Esta es mi cuarta sonata de invierno,
tal vez la última:
los recuerdos que te aman
son también los que engañan
y asesinan,
y los sueños son sueños, nada más.

¿Vienes a soñar conmigo?

lunes, 5 de diciembre de 2011

Análisis de consecuencias

En la cara lleva
tres años perdidos
y el frío de las seis de la mañana.

Van a partirle el corazón.

Luis García Montero, Las flores del frío



Para Silvi, con cariño 



¿Jugamos a las paradojas, cielo?

Yo soy lluvia, soy eterno retorno,
soy viajera de nubes, transeúnte de recuerdos.

Soy heroína desdichada de un reino embrujado
donde amar es morir, donde vivir es soñar.

Mi mundo paradójico
se desvela en las noches de noviembre,
destruido por el filo de las sábanas.

Suicido los instantes.
Mi tiempo pluscuamperfecto quebrado
en el recuerdo cíclico de amarte
y no poder.

                   En la bruma,
el vacío de las tres de la mañana,
cuatro gotas grises que se escapan de mis ojos 
mi pozo sin fondo, agujero negro,
mis noches sin días,
                                 mas ¿terminarán?

Desterrar el inconsciente desnudo,
reclamar la potestad de amar y decidir
y encontrarme tus ojos
cargados de recuerdos cristalinos.

Me estoy muriendo por dentro por estar contigo;
¿no te das cuenta, cielo,
de que tengo el corazón empalado en un cruceiro,
y sin embargo aún sigue
palpitante de fuegos y esperanzas?

Con el arrebato de la heroína valerosa de férreo orgullo y sublimes ideales,
busco aquella estocada que ponga fin al tiempo,
nuestro tiempo,
inútilmente cambiado por pasajeras disquisiciones
y una farsa de guiñoles ciegos.

Decirte "amor" es querer atrapar con el viento
el susurro fugaz de una caricia
desconsolada por nuestro tiempo y el silencio.
Decirte "amor"
es taladrar mi orgullo y mis prejuicios.

Amarte es la única salida. Mas aún no es tarde.

                                                                            Y yo,
         acaso
                   fiel a la desconfianza
de un acto primero mal empezado
me dejé aguijonear por las luciérnagas del arcoiris,

acaso
era también pasar al contraataque,
fingir felicidad
para eludir los hechos con palabras y sueños.

No importa desdicha alguna a la heroína
ni a su corazón turbado y muerto
que yace, impertérrito, en el altar de sacrificios;
mas tal vez no demasiado cerca del amor,
el recuerdo
impregnado de sombras y de versos
escapará desde la cima de la pirámide,
morirá de orgullo.

Devuélveme el amor en tu mirada,
                                                         amor mío,
o te arrancaré los ojos.




(¿Continuará?)

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Presagio

Noviembre
congela los suspiros de los enamorados.
Los recuerdos, volátiles, difusos,
se escapan de las manos en nubes de miradas.
Esbozo en viejos lienzos los trazos de una Venus
desafiando al embrujo enclaustrado de mis noches,
a los versos ocultos en mi invierno porteño
donde se esconde la bohemia del tiempo.

Allí me encontrarás,

                                 dibujándote despacio,
buscando la perfecta sinfonía entre tus labios,
resistiendo
la dulce tentación de perderme entre tu pelo.
Mi silencio críptico
busca una salida que no existe,
                                                 o tal vez sí,
acaso en el sueño de mis noches de otoño
perdidas en la sombra de Madrid.

Te cruzaste en mi vida sin buscarlo

muy despacio,
entre viejas sombras y recuerdos ya olvidados
que se tragó la bruma de un abril sigiloso.
Pasé media vida encadenado a un melodrama,
a otros labios de ensueño
pero harto efímeros y pasajeros.


Después de la tormenta
gravitaron las nostalgias.
                                           (Esa noche
las vieron quejumbrosas a la luz de la luna).
 

Y me vieron caer una y otra vez,
y mil más levantarme

y arrepentirme,
y cuando no quedó ningún "te quiero" en la recámara,
viví mi vida,
desentendido de hogueras antiguas.
 

Y ahora soy libre como el viento, libre
de inventarme mi propio amanecer

y libre también para estar contigo.

Ven.
 
¿Ves el hielo en el reloj de arena?
Aquellos tiempos en los que los amores muertos
se escaparon rodando por las vías
terminaron,
hoy no son mas que polvo en el desierto.
Tus ojos me han devuelto la sonrisa
que se llevó la marea aquella noche de octubre.

Salgamos a volar, preciosa mía,

déjame comprobar
                             que el cielo se ha impregnado de tus labios,
déjame sentirte, despertar el amor brujo
que se llevó la bruma con mis lágrimas;
déjame percibir en tus cálidos indicios
la suave timidez de un amor desvelado;
                                                              y después,
cuando nada me lo impida,

besarte hasta morir,

revivir mis sueños de joven explorador,
volver a aquel Amazonas soñado.


Salgamos a volar, preciosa mía,

buscando la última nube del cielo,
lejos, muy lejos de mi soledad sin descanso.
Y desde lo más alto
en sublime perfección contemplar la pirotecnia,
sentirnos fuertes,
dejar a un lado las cortinas
y susurrarte al oído el alegato final de mi poesía.

Despertar una mañana

con el corazón pegado a las sábanas,
                                                             ¿un presagio?

Viejo guerrero de sombras e ilusiones,

ahora es tiempo de volver a soñar,
de parar el tren y revocar las maldiciones.
Es un segundo asalto, es pasar al contraataque,
despertarme otra mañana y sentir
los dulces brazos de mi Venus en la ventana.

Llévame con tu sonrisa al abismo.

jueves, 13 de octubre de 2011

Sinceridad a quemarropa

Para Noelia, por los viejos tiempos

¿Te acuerdas?

Éramos almas jóvenes,
imberbes, anhelantes, despiadadas;
éramos polvo y sueño de una noche de otoño.

Recuerdo cada martes
como un grabado inolvidable de fantasía.
El frágil discurrir de una caricia
defenestró el pasado,
                           y soñé
con una vida mejor a tu lado
sin tener que mirar al suelo ni a los fantasmas,
solo a tus ojos verdes
con aroma a coco en cada mirada.

Y soñamos
con las aventuras irrepetibles,
las noches locas a orillas del Ebro
o los hielos de martes por la tarde
que se tornaron noches de diciembre
en un "store" de National Geographic
cerca de la Gran Vía.

Ambiciosos, volvimos a soñar,
siempre fieles a las experiencias de la vida,
recordando con algo de morriña
el sutil devenir de un perfecto aniversario.
Proponernos algo grande
y cumplirlo,
llevar nuestra pasión a la máxima potencia,
nuestra pasión sin fin
convertida entre las sabanas de un viejo albergue
a las afueras de Paris.

Solos: tú y yo,
sin que nadie pueda parar el tiempo,
sin principio, sin fin, sin intermedios;
solo nosotros, núbiles y puros
(dentro de los limites de nuestra inmadurez),
fundidos en el tiempo y el espacio.

En nuestro paroxismo
nos alcanzó el misterio de Estrasburgo;
era pasar al siguiente nivel,
florecer los instintos,
pasar a la ofensiva contra la soledad
y asesinarla con nocturnidad y alevosía.
Después, Roma, Venecia, una cadena sin fin
de apasionados sueños,
de fantasías, de dos sueños cumplidos.

Pletóricos de amor y de experiencias,
al final del camino Barajas esperaba
y con él una triste despedida.
Sin embargo,
despertar de aquel sueño no es tragedia:
si perviven el fuego y los recuerdos,
poco importa desvelarme entre sombras.

Recobrar
la sutil fantasía de las luces del ocaso
una noche serena
del Madrid nublado que conocen mis sentidos,
no es fantasía inútil de otros poetas malditos,
no es recuerdo fatuo de un primer beso
sellado en algún andén de la estación de Atocha;

no,
es ahondar un poco más en el fondo del vaso,
volver a las andadas,
concentrarse en un solo corazón,
en un solo hipotálamo.

Mas no es propio de jóvenes valorar consecuencias,
recordar la otra parte,
la que uno se calla por miedo a las represalias,
la que se lleva el viento...
                                          ...o tal vez no se lleva.

En nuestra dulce historia
obviamos los pequeños infortunios,
cosas nimias
que sin duda sólo entorpecen la eternidad
de nuestra compañía.
Nos borramos la memoria con el primer beso,
tal vez con el segundo
o el tercero.
                    Te supliqué mi amor
y me lo diste
sin pedir nada a cambio.
                                       Nos queríamos.

Mas al pensar
con la lucidez de diecinueve primaveras,
nada se escapa al juez de la razón.

Jugamos a ser príncipes siendo calabazas,
a ignorar nuestro presente de humanos
advirtiéndonos fuertes,
luchando contra nuestros elementos
para resistir la génesis brutal de la tormenta.

Y sin embargo sólo fuimos humo,
sombra y polvo que el tiempo barrió bajo la alfombra,
partículas volátiles de comprensión mutua,
esquirlas aleatorias de cariño
que escaparon de la sombra del tiempo
(a las que los necios llaman amor).
El fin estaba escrito.

No me quedan palabras para sentirte otra vez:
pudiste besarme ayer,
no podrás besarme mañana.
Las tortugas
se han hundido al asomar la cabeza
y comprobar que estaban a ambos lados del estanque:
nos separa el agua, nos acerca un sueño,
y es que atreverse a todo
significa morir ahogados por el camino.

Hoy he despertado de un sueño maravilloso,
pero los sueños duran poco, cielo.
Hoy tal vez seamos un poco más que ayer,
para que, al mirar al horizonte,
acaso se presente,
esta vez de verdad, el amor de nuestras vidas.
Entre tanto,
desesperar solo es pasar el tiempo
pasar la vida
buscando una salida para viejos fantasmas.

Alargar este poema
tan sólo sería derramar una lágrima más
y es inútil.

«Nadie escribirá versos sobre mi pena o mi dolor,
tan sólo silencio, silencio, un silencio con redaños
donde un último suspiro huye, escapa, vuela, corre...»

Adiós, princesa mía.
                                     Hola, realidad.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Otoño entre nosotros

«Sólo entonces (. . . )
supieron que era hermoso atardecer unidos»

Luis García Montero, El jardín extranjero

«El tiempo,
siempre borrando
y siempre escribiendo


Refrán popular



Ventana de mi sombra,
observa atentamente
sin rencor
pasar las estaciones,
la neblina inquebrantable
                                        escapándose
del curioso acontecer del transcurrir del tiempo.

Solitario, recuerdo esa mirada
que se refleja en los atardeceres
parcialmente oculta por el paso de las noches.

Hace algún tiempo, en la perdición de mis recuerdos,
fantaseábamos con aquellas noches
vencidas al aroma de las musas y el viento.
Escapábamos
de brazos del invierno
sin más cobijo que nuestra piel y nuestro sueño,
rociados por una lluvia soñada entre dos.

Soñar con nuestros besos
tal vez forzados entre bambalinas
¿Acaso sólo aquello fue verano?
Los recuerdos, sutilmente evocados,
se me escapan del aire y vuelan entre la hierba;
defenestran
la soledad mórbida que mana de los versos
escritos por un poeta en otro tiempo,
en la soledad del tiempo.

Otoño entre nosotros.
¿Tan veloz,
tan deprisa ha pasado nuestro tiempo?
¿Cómo saber
si no son cenizas lo que se ha llevado el viento?
¿Dónde encuentro una cálida respuesta
cuando el amor se ha adentrado en el bosque del frío
y el terror
                invade las memorias más profundas
del reino de mis sueños?

Fuimos juntos hacia la última sombra que el horizonte
nos deja percibir;
vuelan los recuerdos a lo largo del camino.

Pero aún quedan fantasmas del otoño.
Comprendimos
que el tiempo sin tiempo nos observaba
con ojos de Rimbaud a la espera del alba.

Entonces,
sólo entonces,
descubrimos que era hermoso atardecer unidos,
dar otra vuelta de tuerca a nuestra fantasía,
derrotar en la arena los relojes,
parar el tiempo y vivir nuestra historia,
volver a los orígenes,
volver a aquellos tiempos del amar por amar.

A aquellos tiempos
en los que un te quiero valía más que mil imágenes.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Tres sonatas de invierno

A Luis García Montero, con infinita admiración

Los ruidos de la calle
enturbian los recuerdos del pasado.

Tres sonatas de invierno.
La primera:
                 un Madrid con el semblante vacío:
un taxi sin retorno,
otro poeta en el asiento de atrás
y su mirada
no demasiado cerca del amor,
no demasiado lejos de la muerte,
recordando
un esbozo de poema en el café
de aquellos ojos verdes
que sometidos a los designios del olvido
yacen muertos en el fondo del vaso.

En los viejos papeles de un cajón,
la ironía de una noche de septiembre.
En el taxi,
              ventanilla bajada

(tediosa rutina de lunes por la mañana),
se desdibujan los amores fatuos
muy despacio,
como si el fantasma de los viandantes
meciera las ramas de los arbustos,
implacable,
furioso de pasión entre sus carnes.
 

Tres sonatas de invierno.
La segunda:

                    el tintero,
hastiado de palabras y de sueños,
aplastado por el verso de piedra
de una noche de junio.
Soledad, eterno copiloto,
me acompañas en este viejo taxi,
sucio, desvencijado;
                          me traicionas,
fantaseas con mi recuerdo dormido.

Tres sonatas de invierno:
y la tercera;
                   después del terremoto
las nostalgias han cambiado de sitio.
El silencio,
después de la tormenta y los relámpagos,
se escapa en los abrazos perdidos en el viento
fantaseando
con volver a los viejos cafés de los suburbios
(en los que los borrachos y algunas prostitutas
recitan Gil de Biedma
                              en el whiskey que cobija sus vidas),
rescatar de las personas del verbo
aquellos ojos verdes
atropellados por un viejo taxi
del Madrid gris castizo,
                                  deformado
por las noches sin guía que alumbran mis recuerdos.

Tres sonatas de invierno.
Y el maestro Gil de Biedma se revuelve en su tumba,
invocando los caminos del poeta
que fue abandonado por la sombra de las sombras.


Sólo a veces
la muerte de las palabras borra los recuerdos.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Silencio después de la tormenta

Yo la quise, y ella a veces también me quiso.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Pablo Neruda, Veinte poemas de amor y una canción desesperada, XX



Silencio.
                Tensión, insomnio.
                                                 Pero silencio.
Silencio.
               Suspiros, recuerdos...
                                                    (...tantos recuerdos...)


Silencio.
                Soledad, conflicto de valores.
                
               Mi alma se muere, o resucita,
                                                                o se despeña.
               Suicidio,
                              construcción mental.
                                                                  ¿Arrepentimiento?
Silencio.
               Soledad.
                              Puerta del frío.
                                                         ¿Libertad?
                                                                             No,
                                                                                   sólo silencio.

Silencio.
                Mi muerte pactada.
                                                ¿Desesperanza?
                                                                           ¿Locura?
                                                                                           No,
                                                                                                 sólo
                                                                                                         silencio.
Silencio.
               Ruido del ventilador.
                                                  Incomprensión,
                                                                           cabezazos contra la pared.
                                                                                                                       Pero silencio.

Silencio.
               Metáfora imposible.
                                                 ¿Indignación?
                                                                        ¿Odio, repudio?
                                                                                                     No, 
                                                                                                             tan
                                                                                                                     solo
                                                                                                                            silencio.

Silencio.
                Psicosis.
                                 Pero silencio.


Silencio.
                Angustia existencial.
                                                   Cero absoluto.
                                                                           ¿Delirio?
                                                                                          ¿Rencor?
                                                                                                          No, sólo
silencio.
                Impresiones sin dueño.
                                                        Viento.
                                                                    Tiempo
                                                                                de silencio.
Silencio.
                 Tan sólo silencio.
                                               Muerte en el silencio.

Silencio.
               Mi último silencio...


                                                               ...silencio...


...silencio...                                            

...silencio... 




«Soledad de amores,
triste y pura,
soledad de amores
y locura.»

Manolillo Chinato, Amor, rebeldía, libertad y sangre


 

jueves, 8 de septiembre de 2011

Nostrasladamus

Queridos lectores de En la soledad del tiempo,

Aprovechando el nuevo cambio de look de mi humilde blog, os anuncio que desde hace unos días estoy probando el servidor WordPress y he migrado la totalidad de mis poemas allí. Por ahora no me convence mucho, pero os dejo la nueva dirección por si queréis echar un vistazo, proponer sugerencias de presentación, etcétera.


Besos, abrazos, carantoñas y achuchones múltiples para todos.

jueves, 18 de agosto de 2011

Cau la pluja

Cau la pluja
sòrdidament a la soledat clarobscura de la mar Mediterrània,
desapareixent sense voler-ho amb les últimes gavines que amargament es dissolen entre les meves llàgrimes.

Cau la pluja
des de ma desballestada finestra feta de desig i d'ofegades il·lussions,
de somnis sens amo,
                                 de promeses complertes,
                                                                         d'amors que anan i venen amb el vent de Llevant.


Cau la pluja
i en la meua recerca de l'impossible em vaig deixar seduir per tu, preciosa meua,
embolicant-me amb el misticisme del amor qu'emanes cada nit a l'ombra d'una miserable conexió d'Internet
i que perplex puc distingir a les petjades que dos enamorats van deixar a la vora de la mar.

Cau la pluja i jo, misteriosament feliç,
em passege per les aigües mortes prop del far de Santa Pola,
a l'espera dels records que mai no es deurien haver perdut a l'amarga soledat de les arenes guardamarenques.

Encara
cau la pluja.
                     Pobra Laureta.
                                            Este matí no podrà veure amanèixer..

T'estime :)

sábado, 13 de agosto de 2011

Neurosis de angustia II

Estúpida soledad que atormentas mi alma desconsolada en esta noche de agosto, 
respóndeme
                    por qué siento la ausencia desesperada del corazón en mi pecho,
angustiado sin remedio en un pozo sin fondo de amargura harta de ser contenida;

                    por qué mi vida es infernal desierto, gueto de penurias,
sangrando estoicamente el recuerdo de un amor que no cabe en la inmensidad del universo;

                    por qué se pudre mi alma a trozos en contra de mi voluntad,
queriendo amar y sin poder hacerlo mientras se cae el cielo sobre mi cabeza;

                   por qué desisto de añorarte sin quererlo, reafirmando mi dolor,
descontrolado en la lucidez diabólica de una cabeza que da vueltas alrededor de una guadaña.

Me estoy muriendo por dentro y no sé por qué mientras mis palabras escapan de mi boca
curtiendo con semántica imprenta este frío papel que se descama con la mirada perdida...

¿...debería saber
por qué me consumo en pedacitos?

¡RESPÓNDEME!


Cubre de una vez con tu voz de acero y piedra esta Sodoma anegada que se mece en tus dominios
llenándome de soledad cada vez que vislumbro tu negra capa en el firmamento de mis sueños perdidos,
tortúrame,
                  destrúyeme,
                                       elimíname,
                                                          ¡termina conmigo de una vez!
¿Te divierte acaso verme así?
                                               Mi único pecado ha sido amar,
                                                                                                   ¡tan solo eso!,
                                                                ¡amarla, y nada más!,
                                                                                                  amarla sin pedir nada a cambio.         

¿Es que no puede haber paz para mi alma

                                         en esta afrenta de locos que se desvencija con el eco de tus susurros malditos?
Disfrutas con mi dolor a cada instante,
                                                               me carcomes,
                                                                                     me disuelves en tus hechizos desasosegantes.
Yo ya no soy yo,
                          ni ya nada es lo que era,
                                                                tan sólo pervive un espectro del pasado de este poeta
aplastado por la lápida, cosiéndose los trozos de su inútil corazón que se desvive por seguir latiendo en soledad.

Escribo con el corazón invocando a los vientos sin que me escuchen,
                                                                                              delirando
               con las sombras de mi caverna olvidada por el mundo,
                                                                                              deseando
               huir de esta vida miserable que paso solo y abandonado para ir a buscarte dondequiera que estés.
 

No desesperes, amada mía, pronto iré a buscarte si los vientos nos son favorables,
ni siquiera el insomnio desolado al que me enfrento tumbará al poeta de pelo de estropajo.
Nada podrá conmigo.
                                    Desde mi ventana con la soga al cuello divago en los reflejos de la tormenta
desafiando la furia incandescente de los fantasmas que aprisionan mi cabeza en adamantino cepo.

              Tentado por la Muerte, soporto hierático sobre el tejado al aroma de la luna llena,
              empujándome al abismo de las dudas con artimañas truculentas forjadas al calor del Averno,
              despojando la esperanza de mi rostro con demacrada y demoníaca voz desde mi sombría ventana;
              «no te ama,
                                  ven y sálvate en mis brazos antes de desvivir en los suyos.»

Pero el corazón de este poeta
puede más que los embrujos del infame espectro que ante mí se presenta.

La soledad se apodera de mis sórdidos instintos que otrora dominaron el camino de mi vida junto a ti.
Necesito amarte.
                      Necesito que me ames.
                                                       Estoy miserablemente solo en esta anarquía de angustia infinita.
Necesito ver el brillo de tus ojos en el firmamento para dispersar la bruma sin fin en la que me he hundido
sin buscarlo ni quererlo, sólo por querer amarte demasiado en el silencio de mis sueños endemoniados,
tan sólo intentando acercarte a mi fantasía en la que vivo, a mi pesar,
tramando sin remedio tu clemente Parusía y el perdón de tus labios.
Sólo así salvarás de la guadaña a este pobre corazón destartalado que se decide entre tus ojos o el deceso.
Mas si te alejas de mis sueños, amor mío, tan solamente un poco,
permitirás que salte al vacío hacia las entrañas de la tierra y vencerán los ángeles negros.
No te vayas nunca, no me dejes más solo de lo que ya estoy, o todo habrá acabado para mí.

La locura alcanza extremos desorbitados para el común de los vivos, te lo aseguro,
y de morirme pronto, ha de ser entre tus brazos.

Algún día, alguna noche, volveremos al Paraíso del que nunca debimos salir,
te lo prometo.
                          Bajo el yugo del terror reitero mi juramento sellado en tus labios
de amarte infinitamente y sin límites hasta que la oscuridad me segue el cuello.

Mientras la lluvia de agosto me borra de las calles sin nombre
me invade la desesperación y vuelve a apuñalarme con sus trece espadas emponzoñadas de mentiras,
y cada mañana me desvivo en curar las heridas producidas por su metralla de venganza...

...mas hay heridas que no cicatrizarán nunca.


Leganés, 13 de agosto de 2011, 02:10

sábado, 6 de agosto de 2011

InterRaíl 2011 - Estrasburgo, o el entrelazamiento cuántico

Los contornos de la noche alsaciana esbozan una sonrisa en mi rostro
al tiempo que la brisa rivereña mece los finos cabellos de mi eterna amada.
Aroma y ensueño,
                        pasión compartida,
                                                    invocación al beso.

Y perdidos en nuestro atardecer de sensaciones encontradas
vuelven los viejos recuerdos de una pasión a la que nadie pondrá límites ,
encendiendo lenguas ardientes que van y vienen de nuestros labios deseantes.

Avivamos dos fantasías desordenadas de ardiente claridad,
de aguas turbulentas, de sublime palpitar nocturno sin dueño,
una sinfonía a dúo sutilmente dibujada en las sábanas volátiles de esta sacra estancia; 
 y reviviendo mis sueños de viejo conquistador, de explorador del Amazonas,
me acerco hacia la perdición de las perdiciones rendido sin contemplaciones al calor de tu piel 
transformada en fuego sagrado por el tierno susurrar de una caricia.

Eres mía,
           y yo soy tuyo,
                                   (entrelazamiento cuántico),
                                                                                y en confusión pareja nos amamos sin piedad,
apuñalando sin rencor a una soledad marchita y remota
cuyos fragmentos, desgraciados, yermos, fracasados, se queman entre cuatro labios desesperados
y dejan volar las cenizas persistentes al frío imbatible de las aguas del Rin,
donde las ninfas los ignoran hasta que se consumen por completo sin remedio ni perdón.
Esta noche ha triunfado el perfume de tu esencia de tortuga desvelada que enloquece mi joven alma,
evadido en las sombras del camino y las siluetas danzantes acunadas por la luna llena
en los escabrosos designios de un delirio consumado de deseo sincero sin fin.


Estrasburgo se rinde a la epopeya de la vida,
a la heroicidad de nuestros sueños más profundos,
a ensoñaciones desveladas en la hoguera que avivas con tu sonrisa resplandeciente.
Empiezo a comprender que eres lo sublime de la Creación,
                                                                                mi cotidiana Diosa,
la musa única y primera de la que brotan las modestas poesías que escribo en tu boca.
 Tú eres mi realidad convertida en aliento de pasión que me cobija entre tu piel desnuda,
guarida de sueños y realidades con suave sabor a coco y a mujer enamorada.
Eres mi único ángel, la flor de mi pasión desenfrenada,
que me abraza cada noche al calor de una litera sin pedirme nada más que un besito de buenas noches.
Eres mi locura de amor transformada en existencia.
                                                                     Eres el Sol de mis sentidos.
                                                                                                           Eres el amor de mi vida.


Gare Centrale de Strasbourg, 22 de julio de 2011

lunes, 11 de julio de 2011

InterRaíl 2011 - Prólogo

Mi cruel soledad, desfallecida de sangre y arena, huye en TGV, segunda clase,
     (a cuatrocientos y pico kilómetros por hora),
a la estación de ninguna parte,

                                                  escapando de mi rabia solitaria y miserable
camino de la dorada luz nocturna que anhelo en sueños.

Escribo al viento apasionado de una España que se va agotando en mi viaje al pasar las estaciones

rumbo al norte 
                         en dirección a una ilusión perdida en las luces perdidas de Montmartre
                                     o en los jardines de Versalles.

Suspiro inquieto, desasosegado, sombrío, mas al mismo tiempo admirablemente ilusionado,

fantasioso sin remedio como pocos, fieramente humano,
anonadado,
              muerto,
                         o vivo,
                                    o ambas cosas,
                                                          o ninguna.
Enamorados hasta impetuoso paroxismo indescriptible por verso o voz alguna,
huimos viejos recuerdos, hundimos otros, deslizamos otros entre nuestros labios.
Recompensa merecida de hielo y lagrimas transubstanciadas en ceniza y revividas en pasiones sin final.

París heroica y apasionada.

                                               París napoleónica, infinita.


París enamorada y nocturnamente desvelada.
 

París de delirio colectivo.
                                         París viva.

                                                         Naturaleza muerta.

"Gare du Nord. Fin du trajet."

                                                  Empieza la acción.

jueves, 30 de junio de 2011

Párrafos #1. De musicæ

ÚLTIMO TANGO

Esbozos de sombra y arena. La virtud se muere en cuchillos sin dueño. Ni olvido ni perdón. Sólo un goteo – el palpitar de la carne sin carne – en el derramado sinsabor. Misterio. En los recuerdos del viejo bandoneón quedan notas desesperadas de la avaricia de la sangre.


SONATA PARA VIOLA

Cuatro resonancias turbulentas inundan los suspiros rezagados en el agua remansada por las ánimas. La ciudad duerme, atónita, insomne. El eco de las cuerdas se desvanece en la límpida corriente que atrona a las aves en su letargo infinito. Reflejada en su espejo de lienzo y sedas vibra los colores de tu fantasía, vistiendo de azur y plata los senderos que rehuyen sus semicorcheas.


SENZA RIGORE


En el lóbrego desierto del papel pautado la agonía dodecafónica escapa a los oídos del verdugo del tiempo. Soledad en tres por cuatro. Moribundas, las eternas manchas negras se deslizan por las líneas como el gorrión ingenuo que anida sobre el cable del telégrafo. Mientras –sotto voce– subsiste en la penumbra de la vida y la muerte el lamentoso encanto de las gaviotas perdidas.

miércoles, 29 de junio de 2011

Introducción al ciclo "Párrafos"

Hoy he terminado de estudiar en la Escuela Oficial de Idiomas. Han sido cinco años intensos de inglés que se desbordaba entre mis apuntes de ESO, Bachillerato y ahora de la Universidad. Ha llegado ese particular momento que pensamos que no llega nunca, en el que algo se acaba y marcas una X en un cuadrito de la hoja de servicios de nuestro proyecto de vida.

Cada año es una historia. He conocido a gente con la que he congeniado muy bien y gente que me ha dado la espalda, si bien estos últimos han sido los menos y sólo los primeros cursos, cuando con sólo catorce años apareces en medio de gente de veintitantos que te mira por encima del hombro hasta que superas sus notas y entonces te miran con envidia, sin saber nunca hasta el día de hoy cuál de las dos situaciones es peor.

En quinto y sexto cursos (Avanzado I y II), desde el año pasado hasta hoy, conocí a un gran hombre. Un profesor excelente. Un maestro del ingenio. Un cachondo mental, cuando es necesario. Nunca sabré qué marca de whiskey tiene la lata de Coca-Cola que trae Juan José Almagro (Juanjo para los amigos) cada día a clase. Nunca había tenido en la Escuela de Idiomas la sensación de querer ir a clase, no produciendo el rechazo que me generaban al menos dos de las otras tres profesoras que he tenido. Se nota el nivel y la calidad a un kilómetro de distancia. Al finalizar el quinto curso tuvimos una clase de "creación literaria" y el mejor poema (cada uno tenía dos autores) sería premiado con dos ejemplares de un poemario que se titula El hombre bañera, escrito por él mismo. Mientras Juanjo no estaba en clase en un momento repentino lo cogí y empecé a hojearlo. Me recordó mucho al estilo que ahora empleo en el ciclo Insomnio. Juanjo dice que escribe palabras contundentes que encuentra en todas partes y después las emplea si es menester. Aquí va un pequeño ejemplo.

FE EN EL CABALLO


Ingenian una maleza de cuellos para aliviar la llaga de la rienda. En cambio tú, amigo, arengas al caballo de mil patas que crece negro y brillante en el eco de los potros, y no le desafías para cubrir a la mejor. En la doma el barro sobrante de los cascos concederá la forma a tu cara, tu cara y su mitad insomne del deseo y la llanura.

De ser mío (Juanjo, permíteme versificar esta maravilla), habría sido algo así:

Ingenian una maleza de cuellos para aliviar la llaga de la rienda.
En cambio tú,
                      amigo,
                                arengas al caballo de mil patas
que crece negro y brillante en el eco de los potros,
y no le desafías para cubrir a la mejor.

En la doma
el barro sobrante de los cascos concederá la forma a tu cara,
tu cara y su mitad
                               insomne del deseo y la llanura.

Me quedé absolutamente sorprendido. Los poemas en prosa tienen algo, no sé qué, que los hace más contundentes. He escrito versos durante casi toda mi vida desde que sé escribir inteligiblemente pero ahora esto me parece mucho mejor para el estilo que quiero lograr. En el ciclo Insomnio escribía paradojas posiblemente-lógicas formadas por palabras sin sentido que iban componiendo un todo y que por separado no se entienden. Es hora de darle una vuelta más de tuerca a este sistema y escribir algo en este estilo. Así nace el ciclo Párrafos.

Juanjo, va por ti, por enseñarme a escribir como nadie, tanto en inglés como en español.

jueves, 16 de junio de 2011

Fragmentos, lirio, rosa

Hoy estoy besando un beso;  
estoy solo con mis labios.
(...) Los pongo 
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
 
No.
Te estoy besando más lejos.


Pedro Salinas, La voz a ti debida


Me perdí un instante entre tu pelo.
Dulce, sigiloso,
al tiempo y a mis labios generoso.
Tus ojos me susurran una canción
sin palabras.
Amalgama de fresa y hierba.
Me perdí
un instante entre tu pelo.
Mi canción. Tus suspiros.
Gloria de primavera,
de mujer enamorada.
Tu sonrisa despierta dibujos
en el cielo de Madrid
de fantasía sublime,apasionada.
Me perdí un instante entre tu pelo.
Sueño de la dulce vida
anhelada
entre presagios de indignación alzada
y de mañana florida.

Me he vuelto a perder
entre tu pelo.


Te amo.

Leganés, 16 de junio de 2011
(¿un año después?)

domingo, 12 de junio de 2011

Prólogo. "Nistagmo"

Los cristales rotos de una lejana ventana aportaban una mínima corriente de aire que mantenía la celda con vida. Las lluvias del último mes habían pasado factura y se había filtrado algo de agua sucia por las paredes de hormigón, cayendo gota a gota, clac, clac, clac; formando unas pequeñas estalactitas en el techo que se confundían con un gotelet que se descamaba al pasar la mano por la pared. Clac, clac, clac. Además, la incesante humedad que se apoderaba de la sala había traído consigo las primeras cucarachas, que salían de sus escondrijos por la noche en busca de alimento para sus crías, bien ocultas entre los agujeros de la pared que en otro tiempo habían sido nicho de algunos componentes de acero provenientes de alguna máquina o cualquier otro elemento.

Clac, clac clac. Desfallecía su mirada en la soledad de la noche. Fantaseaba con contemplar un hermoso amanecer en el mundo feliz que mamá le había prometido. Un mundo lleno de colores vivos y refulgentes en el que poder reír y cantar sin parar hasta cansarse. Un mundo libre. Un mundo. Y en lugar de eso, tenía ante sí una atmósfera oscura y repugnante en el que la acomodación de su retina apenas dejaba percibir los contornos de su miserable habitáculo y los restos de un aparato metálico tan oxidado y destartalado que no podía reconocer. Sus escasas ropas apestaban a humedad y a suciedad acumulada. Clac. Cerró los ojos con tanta fuerza como su cuerpo exhausto le permitió. Rompió a llorar. Estaba sola. Clac. No quería seguir viviendo así. Clac. Entre sollozos, los ojos le seguían dando vueltas y más vueltas en medio de aquella oscuridad infernal a la que tenía que someterse estoicamente, sin esperanzas. Clac. Clac.

A lo lejos resuenan unos pasos. Es un sonido hueco, desafiante, como latidos de un corazón helado y muerto de miedo.

– Vienen a por mí...

Se aferró a la pared con fuerza. Cerró los ojos con tanta fuerza como su cuerpo exhausto le permitía. Sus amargas lágrimas se confundían poco a poco con la humedad del cuarto y creaban pequeños riachuelos hasta filtrarse por la pared. Anhelaba el fin de su sufrimiento. Quería suicidarse. Clac, clac. Rápidamente afloró su creatividad. Pensó en aquel viejo cachivache de metal y buscó con la mirada perdida algún filo cortante entre la chatarra. Nada. Clac. Pensó en la ventana rota como otra alternativa para cortarse las venas, pero no tenía fuerzas para llegar hasta ella. Clac. Pensó en dejarse comer por las cucarachas, cuyo número ascendía por minutos. Pensó en romperse el cráneo contra la pared. Clac. Había pensado demasiado. Tanto, que su metabolismo basal no lo pudo soportar. Clac, clac. Un último hilo de voz huyó de su laringe.

– Mamá, tengo miedo...

Paralizada de frío, la niña se recostó en su rincón de la pared y se dejó caer en los brazos de Morfeo. O tal vez en manos de la muerte.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº5. Absens in remota"

Las niñas de arenisca ribetean la evanescencia reincorporada al hielo terrorista del combate que acometen las polillas que dormitan los alelos. Mi aguada presencia difunde al cerro de la osmótica pintura un delirio pordiosero de frémito inhumado por los frailes de la ceniza. Solimán acoraza el viento con cien claveles de idiopático rescate y asomado a la escala emprende el maquiavélico introito de la muerte roja de avaricia y tauromaquia defenestrada por el Papa de los ínclitos aviones de madera de chapa estrellada desteñida por los singulares misterios de la noche triste. Persuasión de martes por la noche de hipotética llanura consumada en el enriquecimiento pasajero de tres almas cortantes como ángeles hádicos triturados por los vientos nitrogenados que implosionan al filo de los cantos. El hierro de la muerte dulce tiene virutas de canela amortajada que degluten los amorfos duendes de la caverna. En el amanecer de las patatas muertas en los grifos estabulados de sebo fermentado se perfunden los incendios coronarios del azur de los termómetros fornicados de consolación y alumbre de prescindente gnosis; su altivo despilfarro de talco apoptótico se deshace en las tabacaleras. Seducción ahumada. La epopeya furiosa de la madrugada se ha acobardado de insignias efluviadas del favoritismo notocordado del canto de acero de diecisiete becerros supraglóticos. Aire de cascadas reales como huertos sin ojos que rehúyen de la escalera de los gatos boca abajo. El viento está cubierto de sibaritismo silvano, con su ahogo ebrio y multifactorial. Espanto de jueves. La epistasia derrotada chilla en el lodo de los tiempos la muerte comulgada de Orfeo mutilado en el granito. Solfeo introvertido, lujurioso; de plenitud amarga y visceral. Propedéutica abismal. Suscitables ironías al calor, a la sombra, de mi Guyton-Hall sanguinolento. Reverberación congénita. Qué importa, es mi tortura desgarrante de sinoviales perdidas en la antepenúltima esquina del Montmartre de navaja y polvorín. Me pregunto quién vendrá a dominar tan infausta Menorah de antro suspendido usurpada por las ratas escabrosas que perfunden las dermis suculentas que desabrochan los cinceles del templo.

domingo, 15 de mayo de 2011

Fantasía de atardecer

 He vuelto (xP)





Derivada en sonoras realidades de vida acariciada entre vientos como brisas primaverales incandescentes,
una dulce niña adorna los cielos del árbol con su angustia incesante de brillo y sutileza,
fenestrada de lírica vibrante como el romper del oleaje valenciano una noche serena de agosto.

Al cantar de aguamarina recordado en la caída de sus lágrimas, sueña la niña en la hierba.

Está asustada, perdida.

                                       Sola.
                                                Terriblemente sola.
Al augurio de los cuervos, dulce Afrodita huye por el jardín del Eterno Retorno,
anhelando el calor de una caricia,

                                                          el aroma de unos labios,
                                                                                                el corazón de un amor verdadero.

                                                            Edén maldito.

                                                Infinito.

Su amada, solitaria, agoniza.

Refléjanse en sus cabellos de la luz
redimida de la noche que adoran los espíritus del bosque,
enamorando a cada rayo que prueba su inocencia y se vierte en las aguas,

desvelando con su adorada canzonetta el aleteo de un cisne a la orilla del lago.

La mirada fija al cielo; una ilusión melancólica sembrada de estrellas de adamantina incandescencia,
fantasía de atardecer de primavera que inventa el corazón de los enamorados al paso de las estaciones.

Al filo de la noche,
                               misteriosamente sosegada,
                                                                            mi niña duerme...


Facultad de Medicina. Universidad Complutense de Madrid.
13 de mayo de 2011

miércoles, 11 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº 4. Ego sum"

»Yo soy el Arzobispo Baudelaire, el ateo, el maldito; yo soy el moribundo de espiritu desharrapado de intrínsecas virutas deconstruidas a la sombra de mi sombra. Yo soy el pervertido eco que mana del albedo cuántico que estalla en la deleción del marinero tostado de augurios sobre la vieja barbacoa; sus nodos de incontinencia están deshechos en aceite, sus vítreos pensamientos empapados en ron de garrafón se evaporan con los copos epidérmicos elásticos de silencio al ritmo encantador de la fusta de Corinto muerta en el árbol. Al brillo de Madrid fístulas de libre albedrío campan a sus anchas por los inexplorados consistorios abandonados por los ectoplasmas y redecorados por okupas del barrio de Salamanca. Descuartizamiento de papel sobre la tela armada de espartos desentonados, mordientes, casi hombres, enmudecidos por el peso de los filos de los labios contornados de polvo de sierra alentada por delirios de una verdad asonante invertida en el amanecer de las máquinas. Un sillón maquiavélico, bajo la torre donde anidan los lagartos de la pluma, esboza sonrisas que extruyen el sebo eyaculado por las espumas de calcita vulnerada. Olvidé que el lumen de los fosfatos comprimidos sin recuerdo de aire menstruado precisa tres vueltas de tuerca. Fraternidad descontrolada en muebles de madrugada remota ahogados por su periplo en el invierno de las águilas. El arrollador sin nombre enreda espinos de plata en la santabárbara. Violada rosa, huye de la mortaja de Orfeo suscitada sin calientes amapolas desapercibidas en los mares de sangre turbulenta. Sometida a sus efluvios carceleros mortuorios sin previsión aneuploide del criterio de las setas pavimentadas de sujetadores sin dueño que revelan sus entrañas al ácido de sus disolventes. Circulad sin miedo, prestigiados insulsos que abrís en canal el hueso de la deshonra enharinada, inútiles obsesos de la piel de las manzanas putrefactas rozadas por el discurrir de las radiaciones desgajantes. Pareceres difusos de mártir noventayochesco suprimido del reino de los muertos. Somos atributo de los gérmenes cocidos al sol de medianoche, lunas chinescas de ambiental espasmo divagado por tu ausencia. Temed, insensatos estacados a soga y ceniza; yo soy el Arzobispo Baudelaire, el mortal, el demostrado entre misterios de clavos despojados.

martes, 10 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº 3. Esquizofrenia"

Mi voluntad tiene la cólera del orfebre, mi capricho tiene el óxido de una frente de hierro.

 Juan Carlos Mestre, La casa roja




Filtro un negro conjuro de avara llama interrumpida por chirridos, asolado sin pesar a sus infamias. No hay nada que temer, sólo son sueños de sangre coagulada nadando en bytes sin armónicos. Resuena un vals de Shostakovich. Grasa parda entre los quejidos sibilinos de otro «there's no way, darling» y que los sediementan detrás de los venenos aritmetizados del afelio. Cruel muerte sin voz, despellejada de alborotos descompensados, de rojos albedríos, de tuertas miradas de deshonra incomprendida en la que quedaron suspendidos los entrecejos de los perros amarillos. La multitud defenestra un alirón de motines aguijarrados en su particular certamen de tauromaquia gallinesca. Azul conjuro de yesca prendida entre las meninas acuchilladas por rojas bayonetas. El polvorín está sediento de encéfalo; el cristiano, muerto en el fresno del humilladoiro que sigue el sendero de las aceitunas gigantes. Sólo son sueños de sangre coagulada nadando en bytes sin armónicos. Mi pesadilla de cartones fritos en los hielos vespertinos de sonrisas ajetreadas dormita en la platónica sima sin anhelo de ser resucitadas. Cuentan que en el aquelarre de los ladrillos hay una bruja de mármol que susurra a los girasoles sordociegos los martes al atardecer de las noches polares de mayo, sembradas con las uñas escamosas de pijas adolescentes de maquillaje carcomido por chillidos multiorgásmicos, supinados al granizo de un Starbucks negro desequilibrado en el infierno polisario de una calle Serrano en cuarentena. Primavera grisácea. Magnésica. Impoluta. Brillantemente poblada. Azarosa. Humillada. Despertada cadavérica. Jurisprudencia asexuada perfundida en la soberbia del retrato a mano armada de la psicosis  que disfruta asesinando la transparencia calcificada de la santidad diluida. Sólo es una bruja de mármol que susurra a los girasoles sordociegos. Señor, ten piedad. Muerte teñida con Gallego hasta revelar las fibras perdidas en el viento del desierto por los que escapan las habichuelas descomprimidas al aroma de los roces contra el pladur. Descompensación expresionista en brillo de sutileza amarga difamada anecdotada por los grillos de la podredumbre encubierta de una vieja puerta agusanada por el sentir de los ácaros de la sombra de tus tiempos. Sólo era un sueño de sangre coagulada nadando en bytes sin armónicos. No hay nada que temer. No hay nada.

lunes, 9 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº 2. Metamorfosis"

A Salvador Dalí

Desvelo antifrutal
acomplejado, visiblemente auspiciado en el café de transfiguraciones recluidas. Histeria colectiva de uno, mediada por clatrina, al tiempo que las almas donan su poker-face a los engendros minerales entrometidos en el sauce de la prostitución ambarina. Relojes como puños,  espadas como turbantes, colibríes recortados de un ejemplar del National Geographic; adornados labios deshilachados por áridas puertas de plomo vítreo descamadas por vítores tardíos y absentismo acuoso, humildemente transformado en partículas subatómicas, en luz nacarada y un poco de vodka que se evapora en lagrimales hendidos de dos límbicos cadáveres flotando en el horizonte. Permisividad anonadada sin vicios alternados, en virtud de sesgos vulnerados integrada sin remedio, peleando entre diferenciales de X aturdidos por melancólicas lluvias de asteroides eviscerados. Y algún que otro abril, huérfano, inhibido, que el viento sopla a las cremalleras atascadas de las sonrisas polvorientas de imanes sucedidos en las góndolas carónticas.

En mis lágrimas de verdes ascuas agotose aquel viejo vaso de incomprendida gelatina escamosa diluida en lisozima y Ballantines. El cráneo trepanado de ausencias. Aspiro, legendario,mi última dosis de esta droga que me incita a recordar peces de bífidas lenguas subsistidos rencorosos de miedo y avaricia en el despertar durmiente del árbol del Mal y del Bien al canto escabroso de una thundersheet reprimido por el orgasmo ahogado del ornitorrinco.

martes, 3 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº 1. Métaux"

A Iannis Xénakis




Aflojo mi ambición sedienta de alumbre en llamas trastocadas de hipnóticos desvelos consumados. Despunte moribundo de centinela discreto, lejos del mar, fragmentado en plomos sin hora,
pulquérrima estampa de lava condensada miserablemente perdida en el bosque.

Destrucción de destrucciones. Inútil requiebro soliviantado de aéreo suicidio.  Rebelión de las masas. Moribundo humo encendido de platino y aurora. Inútil misterio de perversión exacerbada en horizontes empolvados de cartones sin dueño.

Caos. Materia. Arte sonoro. Límpida ironía desvencijada y olvidada en el baúl de la sangre derramada en malestar hendido por los inexpresivos susurros semialterados del equino rugido de mi canción incomprendida. Pareceres difusos, expectantes, corrompidos de cobalto. Motores de explosión ahogados. Implosión de ascético aluminio perfumado y ataviado de espinares fragmentados de ahogo fermentado.

Caos. Antimateria. Ratoneras descarriadas por los que se escapan los camaleones que esbozan el fuego. Corrupción pormenorizada del carbonizado Purgatorio, obsoleto en mantas de ascuas en mi túngstico habitáculo.

Introducción al ciclo "Insomnio"

Me planteo esta introducción para que nadie se asuste ante los poemas que van a empezar a aparecer de aquí a un par de meses.


Últimamente, por razones que creo conocer, la inspiración que me llega es diferente y extraña. Ahora no tengo ganas de escribir esos poemas sencillos, intimistas y sentimentales que he estado haciendo en todo este tiempo. La presión universitaria, un amor que cada vez se interioriza más y se convierte en una necesidad vital absoluta, momentos buenos que se mezclan aparatosamente con malos recuerdos... no sé hasta qué punto no me estoy volviendo loco, la verdad. Esto es lo que hay.

Esto es un cuadro de Jackson Pollock. Para el noventa y nueve por ciento de los turistas que se pasean por los museos americanos cada día, esta imagen es un atentado contra el arte y el señor Pollock es un ser estúpido sin gusto que no sabe pintar.

Pero a esos idiotas que pasan indiferentes ante el cuadro de Pollock les pregunto: ¿Qué es el arte?

Dirán, y suelen coincidir en el concepto, que una obra de arte tiene que ser bella, atractivamente agradable a la vista, pintada por alguien famoso (con ejemplos como La Gioconda de Da Vinci, Las tres Gracias de Rubens o Las Meninas de Velázquez, según la procedencia del encuestado).

Lamento no compartir su opinión. Odio el arte cuadriculado.

El arte no es nada: lo creamos cada uno de los artistas. Para mí Pollock es arte. Un arte distinto, pero arte al fin y al cabo. Las pinturas de Pollock me inspiran sensaciones, no necesariamente buenas, pero consiguen un objetivo fundamental del arte: no dejar indiferente a nadie.

La lengua española no tiene una palabra única para definir este concepto, y debo recurrir al anglicismo thought-provoking para encontrar una definición concisa.

Estos dos meses mis poemas intentarán parecerse a cuadros de Pollock. Tampoco hay que excederse. El surrealismo poético ya es parte indiscutible de mis versos, como habréis observado, y el corazón me pide llevarlo al extremo. Cuando lo haya agotado, bien por perfección (algo que dudo) o por aburrimiento, será hora de cambiar de tercio y pensar en volver al romanticismo de antes.

Sé que para algunos serán palabras colocadas sin sentido. Otros intentarán interpretarlos, ideando pensamientos retorcidos que dén explicación a mis versos. Os aseguro que no hay nada que interpretar. Las palabras fluirán directamente del corazón. Tienen sentido para mí, tal vez para alguien más. Sólo alguien en mi misma situación podría comprender totalmente mis poemas. Pero no os quedéis con el significado. Dejáos llevar por la efectividad contundente de las palabras y los símbolos, las descripciones metafóricas imposibles siquiera en el surrealismo más avanzado; y sobre todo, percibid los efectos.

Cuando compongo música (cada vez menos, por desgracia), busco los efectos, no tanto la música. Hay momentos tenues y momentos estrepitosos. La poética funciona igual. Sólo hay que saber cómo hacerlo.

Si seguís el cánon general de el arte contemporáneo es una mierda, no me odiéis, el viejo poeta de pelo de estropajo volverá. Algún día.

lunes, 18 de abril de 2011

Atracción

El cielo es maravilloso pero sin ti no tiene sentido
...sólo subo allí si estoy contigo



Laura Hernández, "Cielo"



Soledad desvelada de semicorchea difusa, singular y vibrante,
sutilmente delirada en esta noche de continuas elegías
fenestradas de amor y láminas de abismal suspiro entre desfiladeros,
de susurros silenciada, muerta, exhausta, angustiada, enamorada.
Destrucción de destrucciones, tu sangre y mi sangre desveladas en la arena,
ilusión susurrante de placer amagado entre suspiros de un pasado lejano,
contorneados espíritus de yedra y libertad pulidos por la noble gracia del alba.

Soledad suicidada en putrefactos lamentos de un noviembre gris,
infame grito de equivocadas estrellas que en su cantar delatan
ecos muertos de aire y crueldad que ya nunca volverán,
                                                                                    nunca;
mortales, adyacentes, curiosos, mas muertos al fin y al cabo.
Evocaciones fidedignas de un subconsciente cada vez más trastornado y derivado
hacia el perfume impoluto de tus labios de celestial dulzura, mística llama de sutil imprevisto deseante
en tus brillos de abril desenfrenados como rosas de sinfónica dulzura.



Constelado el cielo de Madrid de amapolas y límpidas corrientes,
recreado de abismos infinitos e invertidas lanzaderas entre senderos solitarios de abril silvestre,
abandonados por el mundo, suavemente iluminados. 

Impío y sutil recuerdo de amapolas sobre el césped aplanado por dos jóvenes amantes
que sin rencor hacia el común de los mortales desenvainan sus filos de pasión oculta

otrora desafinada entre ascuas rigurosas de cien, o mil, qué sé yo, soles ocultos
por el trasiego de las aguas moribundas entre la blancura de terciopelo revelado
en brotes de esencia moribunda de agridulce primavera de metal y sinfonía.

Soledad, amarga soledad,
que te desvelas de mis brazos con ensoñaciones difusas y mortales lirios de purpúreo cristal destrozado.

Luchador por lo eterno, visiblemente trastornado entre tornados tortuosos de acero y voluntad,
me consumo en soledad entre adrenérgicos chillidos
                                                                          y alguna que otra risa, lejana y sofocada,
en el Madrid más profundo de mi corazón soliviantado de gritos y jadeos abandonados en el viento.
 


Parque de Atracciones de Madrid, 16 de abril de 2011.
Diez meses a tu lado...