martes, 26 de enero de 2016

Confieso que he querido

Sola resurgit vita.

Era cierto.
Las flores se secan en febrero.
No son más que ramas secas
minuciosamente marchitadas cada noche
por mi pena en el espejo de la angustia.

No es más cierto
que el verso acude al llanto frío.

Tu voz sigue quebrando mis relojes. Confieso
que vi pararse el tiempo en un abrazo:
tú, escorzo perfecto; yo, el desastre;
pero
sobre todo, tú, tú misma — esas
sonrisas milenarias
justifican el pesar de cada noche.

Te he amado
desde el Madrid más gris que puedo recordar.
He amado a cada instante tus palabras.
He amado tus recuerdos sin ser míos.
Pero igualmente
he llenado cántaros de lágrimas sonoras,
he abierto las heridas,
he destruido, letra a letra, las palabras.
Nunca una respuesta correcta,
nunca más que un ruido blanco, silencio
incómodo,
deshidratación moral.

Has hecho de mí cuanto has podido,
tú siempre me miraste con cariño,
remanso de paz entre traidores,
firme cielo al que aferrar mi vida,
la única razón de la esperanza.

Berlín está más gris, llora tu ausencia.
Yo veo danzar las guadañas en el techo.

Dejadnos gravitar y nos caeremos.
Dejadnos resurgir, y viviremos.
Si algo queda extenuaré mi lucha.

Si todo es cierto
y hemos muerto,
no permitas que resurja en otro cuerpo.

Continuará.

Leganés, 26 de enero de 2016, 02:19 h