miércoles, 9 de diciembre de 2020

Nihil

Was groß ist am Menschen,
das ist, daß er eine Brücke und kein Zweck ist:
was geliebt werden kann am Menschen,
das ist, daß er ein Übergang und ein Untergang ist.
 
Friedrich Nietzsche, Also sprach Zarathustra

 
Sobre la mesa escrita en verde con reflejos de cerveza
tiró el tahúr sus cartas, y esbozó una seña inquieta.
Apenas cuatro rayos de luz como
cuatro jugadores sobre el temple
sosegado, amargo algunas veces, de la mesa,
se dejaban escribir en las molduras
y en los tantos de bronce y su tenida blanca
con lumbre iniciática y sinsabor agreste
de nocturnidad, y en los susurros temblorosos
convenientes al viento de penumbra,
y a la brecha azul que la nieve antigua
estudia dibujar en las ventanas.

La jugada es construida lentamente
como un teatro grande de sombras,
y el puñal bajo la ropa, preparado
para actuar en la catarsis de la obra concluida.
Un trueno en vil metal
Puede precipitar la aurora trágica
Todos comprenderán que ha sido
su palabra la que aprieta el gatillo.
Y morderán los filos
precipitándose sin rastro de esperanza
creyéndose invencibles,
ocultando que el polvo que ajusticia
es en verdad su crédito y su ausencia.
Que es la vida misma quien baraja las cartas,
quien las cede y desprecia, quien quema los pedazos.

Sabes que no hace falta resolver el envite,
que ya la vida guarda para echarte dos órdagos
y reducirte a huesos.
Y hasta que los relojes
recorran de la tarde a la mañana
y del ayer a entonces,
te esperaré, seas tú quien seas
y aunque no fueras nadie,
para hacernos el camino más ligero,
para seguir las huellas de un igual,
para adorar las leguas recorridas
desde la flor nacida al otoñal.
Y cuando estemos lejos, inventarnos
un hito en saúco que rece: aquí estuvimos,
aquí amamos, aquí besamos, aquí sentimos,
aquí somos dos hombres, dos mujeres
que encontraron verdad sobre el tapete
maldito del terreno.

Y será indestructible nuestro esfuerzo
blanco, resplandeciente, como un sueño agitado,
que me dará el instinto de los que tras de nosotros vengan
y busquen comprender la finitud
en las formas manieristas de tu cuerpo,
y quieran despeñarse algunas tardes cuando no entiendan nada,
cuando se sientan solos de esperar
a su alma melliza y predilecta,
porque sin un espejo un hombre no es dos
y su alma no refulge en la maleza
cuando tengas preguntas
y nadie esté a tu lado para hacerlas responder,
cuando quieras mirar a sus ojos
verosímilmente tuyos
y hechizar tu ignorancia en su misericordia
cuando tengas preguntas, y preguntes
y prefieras amar,
vivir en ella, en todo, en tener hijos,
transitar esta vida como un Julián cualquiera,
recorrer los caminos de este señor de negro,
mimetizarte en espíritu con tu familia humana,
y romper en pedazos los tratados
de un señor con peluca
que dice como tienes que pensar:
destrozar los tabúes que dicta tu intelecto
ahora infinitamente imbécil,
y no perder tiempo en nimiedades técnicas,

entonces brillarán las arpas y los cálices
y la ópera de Wagner
y correrán sus vinos, sus naipes y el olvido,
y al fin seremos arte, consecuencia
y polvo astral, valioso en esta niebla
cerebral que nos consume, lenta y sigilosa,
como un gusano ciego en la garganta.

Solo así, y por amor, nos salvaremos.

Leganés, 9 de diciembre 2020