sábado, 26 de diciembre de 2015

Si es que alguien pregunta por nosotros

La historia en dos, el ruido de las lágrimas,
tienen que ser pasado necesario,
alejada miseria,
cosas para contar después de algunos años,
si es que alguien pregunta por nosotros.

Luis García Montero
Cuando todo parece tan sencillo como unas palabras mal avenidas a la luz de un cuaderno.
Cuando no queda una palabra por asomarse al mundo incoherente de los sentidos.
Cuando la noche cierra los ojos y nos deja solos, y nos deshacemos poco a poco.
Cuando rompemos todas las salidas, las vivas y las muertas, las reales y las ensoñadas.
Cuando escribir versos tan largos revela la naturaleza del sentimiento que los crea.
Cuando harto de escribir para que otros lean, ajenos a las vidas que aquí se presentan,
cuando deshago las lágrimas en palabras de inútil tinta que se van tal como vinieron,
cuando grito para desahogar la voz ahogada si es que alguien pregunta por nosotros.
Cuando estoy harto de empezar cada eterno verso con un cuando que no va a ninguna parte.
Cuando la imperiosa necesidad de prosaicismo deconstruye todo atisbo de belleza o personalidad.
Cuando nos alejamos lentamente de los sueños, de los versos, de las canciones, del amor, de la vida.
Cuando las fuerzas del mal esconden cuidadosa y destructivamente lo único que de verdad importa.
Cuando en la tarde caída de final de octubre, veinte meses del crepúsculo no han, retornan las musas.
Cuando sólo un poco más tarde alguien las envenenó para traernos a este maldito infierno.
Cuando vuelven los que no deben, para reír y destrozarnos si es que alguien pregunta por nosotros.
Cuando desaparecen las letras del mundo para expresar el hundimiento de los sueños perdidos.
Cuando aparecen otras letras nuevas para volver a empezar, o para ser destruidas
cuando destruimos todo atisbo de optimismo alrededor de los recuerdos que nos dieron.
Cuando no decidimos la vida que otros quieren darnos, sea cual sea la causa que lo hizo así.
Cuando me comporto como si fuera capaz de sentir lo que otros sienten por mi causa u omisión,
cuando destruyo la vida que tendríamos que haber logrado, si es que alguien pregunta por nosotros.

Leganés, cualquier momento entre tú y yo,
2015, de madrugada

Cuestión de prioridades

En la planta 6 de la Maternidad del Doce de Octubre
se está muriendo un niño con leucemia
linfocítica aguda,
con diez quimioterápicos en vena.
Cumplió tres años ayer. Una madre gris llora
mirando en la ventana que da al aparcamiento.

La próxima vez
que tengas ganas de morirte,
cierra el pico.

La entrevista clínica

Las tardes en el Centro de Salud
te dejan sentimientos muy curiosos.
por ejemplo:
                      matar.

Escúcheme, doctor
— tal vez estoy pidiendo demasiado.
Entrar,
salir de la vorágine.
Y tenga la receta,
gracias, buenos
días.

Los médicos no mienten;
se esconden debajo de la mesa,
que pase la corriente
y el siguiente.

Leganés, 26 de diciembre de 2015

viernes, 25 de diciembre de 2015

Almendros

Aún recuerdo la corteza triste y blanca
cobijando la canción de unos amantes.

Nos trajeron briznas púrpuras de noche,
nuestro techo y luz de pluma por el día.
Aprendimos a crecer en vuestro suelo
y empezamos a soñar con las miradas
que entretejen los destinos de noviembre.

¡Cuán ligeros nos mirábais, cuán ufanos
entonábais las desdichas de este tiempo!

Y al final de las tinieblas, un escorzo
ya olvidado de palabras sin destino,
blanco espejo de milagro conjurado,
despertáis tras el letargo del invierno
y regaláis, entre sonrisas, la esperanza de encontrarnos
otra vez sobre la hierba de aquel año,
de que vuelen por nosotros las palabras más hermosas,
de que emerja sin dudar la perfección de tu sonrisa.

He vuelto aquí,
a un fondo conmovido, anquilosado en la memoria
de los que ya no existen.
Ya acabó de amanecer. En la caverna no hay silencio.
Persiste, ajena, la mirada de los pétalos de hierro;
vuelen ya nuestros despojos de imprenta inverosímil,
dejen ya nuestras miserias salir y no volver.
Florecen los recuerdos,
baluarte de piedra pensada y hierba malherida,
plan de tránsito,
recuerdo inquebrantable del deshojar de los almendros,
un místico susurro el canto triste de los mirlos,
un cuerpo de memoria para los días de viento.

La luz apenas mece unos centímetros el polvo del camino.
Aquí somos eternos. Nos miraban bajo aquellas plantas secas,
esas tardes de verano que acababan los exámenes.

Y, en tanto aquellos mirlos fueran otros,
me aferro a una canción de media tarde en el Retiro,
allá donde se gestan las miradas,
allá donde, si sueñas, todo ocurre.

Cubrámonos del viento que nos pertenece.
Dejemos que el mundo gravite por nosotros.

Universidad Complutense de Madrid 
30 de noviembre de 2015, circa 17:00

martes, 15 de diciembre de 2015

Código ictus

para Eva Arias, con cariño,
por una guardia digna de recordar

La mirada intranquila
del tránsito incoercible de las horas.
un aire viciado de tristeza
que yace en un aliento de miradas.

Las tardes en Agudos
tienen la duda aciaga del silencio
(las toses broncoespásticas arañan,
inclementes, los barrotes)
y sólo ese sabor, lejano y puro
del viento en los naranjos tras la lluvia
mitiga los instintos inconscientes de la guardia.

Desvitalizada ruina,
sombras que claman silencio
las auras migrañosas de las tres de la mañana:
espectros más allá de las paredes,
canción hipocinética del viento,
tormento de palabras y de fármacos.

Qué amargas pueden ser catorce plantas.

 
Hospital Universitario 12 de Octubre.
14 de diciembre de 2015

sábado, 12 de diciembre de 2015

Päärautatieasema

Refulge, serena, la escarcha en viejos cristales
fracturados por el gris constante, eterna niebla.

Las tardes de Helsinki tienen nombre de hierro huidizo,
de lúgubre temblor de un tren en marcha.
El cielo desabrocha verdes ramos,
polvo de eclipse en el límite de atmósferas.

La luna, áspera, fluctuante,
desnuda la fronda del quebrado signo.

Las cabezas de la noche
sujetan los mundos translúcidos sobre la nieve antigua.
Son dos: nieve y y acervo, bajo las amapolas
dobladas por el peso de los pájaros.

Una cohorte escalena de palabras
descubiertas, en las calles, a tu paso,
nos vienen a buscar a la salida,
y el cartel de la estación y esa parada
orbitan y nos cantan algún tango finlandés.

Descarto comprender toda palabra,
proscrita a los viajeros de la tarde.
Construyamos nuestro invierno
al carácter imborrable de la sangre reencontrada,
metamorfosis
consistente con el sol de medianoche.

Estación Central de Helsinki (Finlandia), en sueños
12 de diciembre de 2015