martes, 23 de diciembre de 2014

Invierno

Confabulo un espectro de noche revelado de entraña a entraña.
Me quedan algunos trozos en el corazón, que sienten, que disienten,
que mueren de miedo y de frío despacio, como el alma desnutrida tendida sobre la tierra amarga.
Escribo y deshago las suturas para sentir calor,
el triste aliento que queda en el aire púrpura del tiempo que pasamos.
Sueño primaveras paralelas, que no controlo, que manejan mis instintos,
que me asustan de madrugada para tentarme.
Pero esto es el invierno, y no se muere, y no se acaba.
No puedo percibir las lúgubres variables que ahora flotan en el aire, en el techo, en las columnas.
No puedo percibir la llama, se fue haciendo más pequeña con el tiempo, el maldito tiempo.
No puedo percibir las manos que me saquen de este abismo de pobreza infinita.
No puedo ni tan siquiera escribir con dignidad suficiente para dejarme caer sobre la tierra gris.
Y sí, tengo un espectro de noche que me marchita palabra por palabra
y en mi profundo masoquismo cierro los ojos y me dejo consumir por la tormenta.

Si supieras hasta qué punto fue marzo hasta hace un rato.

23 de diciembre de 2014, 20:48 

martes, 14 de octubre de 2014

Martes

Ese metro que llega siempre tarde
y esa angustia que llega siempre a tiempo.
Las clases de Legal que no perdonan.
La autopsia que te deja con mal cuerpo
y el sándwich de jamón en el bolsillo,
quizás no es el momento.
Por la tarde, corriendo a los ensayos.
Por la noche, queriendo estar contigo,
amor.
Y ahora la maldita cobertura.
Y luego los apuntes de Endocrino
que piden que me tire por un puente,
veremos si se salen con la suya.
¿Y a mí qué más me da que a la T4
le dé por elevarse sin remedio?
¿Seré yo quien le diga: «oiga, amiga,
se meta usted debajo de la alfombra»?
Y luego ponte a hacer historias clínicas,
y luego que si los evolutivos.

Pereza de existencia.

Y luego por la tele a todas horas:
«El ébola se acerca lentamente».
Pues ya lo que faltaba.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Súplica

de un siempre llegar tarde los relojes
 
Gloria Fuertes
¡Ay madre, qué tarde se me ha hecho!,
¿pues no son ya las cuatro de la tarde?
No queda tiempo para el tiempo
y sí para las estocadas.
La primavera vuelve. ¡Huye,
que te comerán los recuerdos!
Yo quiero ser invierno
y mendigar recuerdos
de las personas que consigan verme
y quieran encontrarme, y se pregunten
por qué llevo el sombrero de un pequeño
cisne que, muerto de amor como yo,
ahora trabaja hasta las tres en un reloj
y no le alcanza el sueldo para complementos.
En cuanto a mí por estas calles, bueno,
no me dan lo que busco. Y no les culpo,
y me miran como al crucificado,
que esta cara es de haber amado mucho
y en esto todo el mundo está de acuerdo.

Yo quise nacer para contarte
un sueño de abril en acuarela
y una piel suave, como de peluche.
Yo quise nacer para despertarte
y hacerte el desayuno, hablar contigo
de la última noticia de la radio,
cogerte de la mano cuando rías
y hacerte una sonrisa con un beso.
Yo anhelaba vivirte, y yo te muero
y me marcho como siempre, como aquellos
que encontraron cobijo en los relojes.
Y ahora estoy por aquí tirado.
Y vendrás a mirarme con nostalgia;
bueno, con la nostalgia que se mira
al viejo poeta joven que recuerdas,
y no quieres acordarte de la ausencia
que te deja ahí adentro como un cálculo
así como a la izquierda.
 
Y ahora, que no quedan más otoños
que hacer de tu morada una mirada,
te miro como aquel beso modesto
detrás de los arbustos.
Cierro un ojo, y el otro te lo ofrezco
para que me lo guardes en tu caja
de vidrio roto y música de Schumann.
Pero, antes de coger este puñal
de luna gris quebrada por la ausencia,
regálame una última mirada,
recuérdame que hubo un tiempo
que yo no era un pelele con sombrero
y más bien una carne con bufanda,
tensada, milimétrica, en el cuento
que cuentan y recuentan los espejos,
que viene a recogerme por las noches,
reflexión infinita,
y quiere preguntarme por el tiempo
y quiere responderme con la pena.
 
Permíteme decir una palabra.
Libérame de mí. Te lo suplico.

jueves, 3 de julio de 2014

Vivir para contarlo

Despéinate
mientras yo me froto el sueño de los ojos
sólo para ver si sigues ahí
o te has quedado en mi insomnio
y déjame decirte
que eres la chica más guapa que he visto hoy

Elvira Sastre


Sabes
que me pasaría el tiempo despeinándote
sólo para que abrieras esos ojos tímidos
y susurraras, somnolienta y preciosa,
«tú,
        otra vez»
y volvieras a cerrarlos.
No necesito nada más.
Sólo eso
y unos minutos de pluma,
y vivir para contarlo.

Sabes
que tengo días de vuelta y media, de esos
que, cuando me despiertas, estoy cabeza abajo
recitándote a Machado en esperanto,
y me pones esos ojos tan bonitos
que murmuran:
                         «cariño, eres un idiota».
Pues la sonrisa de después.
No necesito nada más.
Sólo eso,
y volver cabeza arriba,
y vivir para contarlo.

Sabes
que admiraré hasta las últimas consecuencias
esas mañanas de pelo revuelto después de la tormenta
con toda la ropa por el suelo,
cuando dices eso de
                            «tú,
                                   otra vez»,
y nos comemos a besos para desayunar.
No necesito nada más.
Sólo eso,
cien instantes por caricia,
y vivir para contarlo.

Y sabes
que detrás de cada verso que yo haga
siempre hay una noche de luz y sal,
una habitación caóticamente ordenada
en la que nunca estás tú,
sólo una sombra orquestada que no cesa,
un susurro infrarrojo
que perturba el frío silencio de mi voz perdida.
De eso
           sí que necesito algo:
te necesito a ti,
necesito tu sonrisa en la oscuridad,
entrar y no salir jamás de la vorágine
a puerta cerrada
entre manos que miran al cielo y a tu cuerpo
para morder el dulce final de tu poesía
palabra por palabra.
Sólo eso,
amarte cada día
y vivir para contarlo.

Leganés, 3 de julio de 2014
23:48

domingo, 1 de junio de 2014

Retorno

Ya no somos los mismos, pero somos nosotros.

Jorge Galán 
 

Sé que esperabas más después de todo este tiempo,
que este monstruo
sabe a poco en la ausencia dividida
de la infalible medianoche.
Es la historia de siempre. Uno despierta
cada mañana con el exabrupto de turno
haciendo endecasílabos inútiles
jugando a ser Luis Alberto de Cuenca,
con los ojos puestos en la refracción del vaso
buscando describir iridiscentes llanuras
circunscritas a rimas de jóvenes idiotas.

Poesía... no eres tú.
                                Ni yo.
                                            Es nosotros,
ellos, los que asombran con sombras de porvenir
los últimos recuerdos en el parque.

Resulta fácil, pero ¿por qué cerrar los ojos?;
podría seguir mirando
el paso triste de la primavera,
viento amargo, aromas de verdejo,
luz gris y apagada en tu inconsciente imagen.

Me da igual haber perdido el afán por la escritura.
Obviemos los cumplidos y los versos:
yo siempre te he amado deseando cada palabra
como cada caricia de mayo que se escapa
en el rincón que deja el crepitar de un "te quiero"
de cinco de la mañana de noche de insomnio
y estertores pulmonares basales.

Y te amaré
como se ama un concierto de Ravel,
escondidos del eternal silencio
dentro de un piano blanco a medianoche;
mirándote de frente
leyendo a Benedetti en tu mirada,
pensándote, teniéndote
y no;
         despertando
una plomiza mañana de julio
con el único recuerdo de un beso
en la oscuridad incandescente que inventamos
para nosotros solos.


Kaj mi venos kaj dum vi afable dormas
sentos vi, kiel la rando de la plej dolĉa foja,
la spiro el memoro, la sonĝo el vivo,
lasta miraklo el nia ĝoja printempo.
Mi amos vin ĉie, tuttempe, hendekasilabe,
ĝis neniu spirito estu sur la tero,
ĝis la fino de la tempo kaj spaco.


 [Y vendré, y mientras duermas dulcemente,
sentirás, como el límite de la más dulce sábana,
el aliento de la memoria, el sueño de una vida,
último milagro de nuestra alegre primavera. 
Te amaré en cualquier lugar, en todo tiempo, con endecasílabos,
hasta que no quede espíritu sobre la tierra,
hasta el final del tiempo y del espacio.]


Leganés, 1 de junio de 2014

miércoles, 9 de abril de 2014

Dormu

Este es mi primer poema escrito en esperanto, lengua artificial creada en el s. XIX por el médico polaco Ludwik Lazarus Zamenhof (1859-1917) con el único fin de contribuir a la comunicación global mediante una lengua auxiliar que fuera fácil de aprender y común internacionalmente. Es una lengua minoritaria (hay en torno a dos millones de esperantistas en todo el mundo) pero que ha sido reconocida por la UNESCO y ayuda a ayuda a aprender otras muchas lenguas. Actualmente estoy aprendiendo los fundamentos del esperanto de forma autodidacta, y ya que es terriblemente fácil de aprender ha sucedido el siguiente intento de poema. Hace mucho que no escribo y estoy bastante desentrenado, así que espero que la lengua encubra la dificultad de palabra, razón por la que no adjunto la traducción. El esperanto contiene palabras procedentes de numerosas lenguas occidentales y bastantes del español. Haced un intento por comprender el contexto y escuchar el lenguaje que despierta el sonido de esta lengua tan interesante.

Nota de pronunciación. Todas las letras suenan como están escritas excepto:
c = ts, ĉ = ch, ĝ = dʒ (g italiana)
h = h aspirada, j = i, ŝ = sh, z = z sonora




Dormu, mia vivo, dormu.
Kio restas
estas neniu urbo por reĝino.
Dormu. Kaj ci vidos
la glatan fluon, ke la ekbriloj
en la ĉielo imagas.

Ĉu ci dormas, mia trezoro?
Kiam la stultaj ombroj fuĝas
niajn brakumojn, tiam dormu, dormu,
dormu en la brakoj de la espero.
Kaj venu al mi,
malfermu la pordon
   kaj vekiĝu
   kaj vivu
   kaj sonĝu
kaj atendu
la subtilan lumon, kio marŝas al ni.
Estos ĝi la afabla rezulto
enhavita en la detala memoro de la mistero,
kioj libera, vaganta, iras inter mia koron kaj florantaj aprilaj branĉoj.
Post veki, venu kaj fermu denove la okulojn.
La lumo estis nur spektro.
Ni estas rompita voĉo en la dezerto.
Nur restas sonĝi
kaj flugi
preter arboj al kanto de libereco
ĝis cian buŝon denove mi trovos
kaj ciajn perfektajn karesojn, ripozante
proksime de mia spiro.

Mi amas vin.

Leganés, 9a de aprilo de 2014

viernes, 7 de febrero de 2014

Palabra

Se te escapaban los rizos de un gorro de punto
y estabas preciosa.
(Javier Krahe)


Sólo por esta noche llévame allí arriba:
cuéntame tu historia, tus sueños, tus vidas,
ciérrame los ojos con cinco sonrisas
que yo me haré verbo, y el verbo, sinfonía,
y serán tus abrazos gloria de otros días,
de un viejo recuerdo, de mañana florida.

sábado, 4 de enero de 2014

El sonido del trueno


Vares sentir horror, darrerament,
quan, a la pensió, tots els llits criden
amb l'animalitat acostumada.

Vicent Andrés Estellés

El amor tiene ahora en el recuerdo
olor a cuartos húmedos
y el sonido furtivo de una puerta al abrirse.

Felipe Benítez Reyes


Podríamos decir
que esa tarde llovía
y además hacía un frío de mil demonios.

Podríamos decir
que el pálido espectro que subió por la escalera
se parecía un poco a un cruel boceto de paraguas,
y que aceptaste que subiera por compasión.

Podríamos decir
que estabas muy guapa cuando te vi
tan cerca del armario
mostrándome, parcialmente inocente,
un poco sin quererlo,
un poco más queriendo, discretamente sexy,
tus curvas imposibles;
serán esos vaqueros ajustados.

Podríamos decir
que las intenciones más rotundas del viaje
son secreto de Estado,
y yo sólo revelo secretos en tu cuerpo.

Podríamos decir
por tanto
que la ropa tirada por el suelo
estaba así cuando llegamos
y nada de que nos la arrancamos a pedazos,
que nos ahogó aquel tumulto de sábanas
y que no pudimos – no quisimos – evitarlo.

Podríamos decir
que era de noche y sin embargo
todo lo iluminaba tu mirada
cazadora furtiva,
el sonido del trueno que camina
sobre una música de rotunda medianoche
creando este dúo convulso y binario sin fin y sin remedio.

Podríamos decir
que abrí los ojos un único instante
para cogerte prestada esa sonrisa cómplice
que sólo vive para ser contada,
que subsiste para desearte y poseerte;
cuerpo y alma, las sombras tan vivas de nosotros
tiradas por el suelo
gozando las tentaciones prohibidas
mirándonos sedientas de misterios,
ejecutando la danza iniciática
del que ataca primero
y anhela contemplar la recompensa.

Podríamos decir
que sólo nos importaba el momento
después de la batalla,
abrir mucho los ojos y besarnos
porque ya no hay mañana
y sólo quedan residuos de aire y voluntad
flotando en el ambiente.

Podríamos decir
que aquel era el final de la película
que el boceto incongruente de paraguas
vivió y dio media vuelta
y se marchó dejando
en el recuerdo constante del invierno
sílabas ingrávidas de piel y de deseo
para seguir el rastro de su nombre.

Podríamos decir
que la ciudad lo vio marchar a ciegas
entre columnas grises y los últimos trenes.

Podríamos decir
que este poema no es más que una ilusión
crispada de palabras,
que una caricia no se dibuja con un lápiz.

Como todos los jóvenes, los poetas
decimos muchas tonterías durante la noche.