sábado, 19 de octubre de 2013

Otoño a medianoche

Dicen que no hay sombra que supere a las luces grises del otoño
cuando susurran,
                         mixtura acre de llanto y vibración trémula, sucesiva,
de las hojas blancas de álamo donde los arcanos relataron otros amores
desconocidos,
                   el devenir gélido del alma.

Sola, evocada, humillada, húmeda de amor y lágrimas,
la última angustia rodó por el suelo, como un cilindro hueco,
como una caja sin violín, como un poeta sin amor,
persistiendo acaso esos trozos que el viento no se lleva
que quedaron escondidos en las líneas transversales
previamente apuñaladas, cristales afilados en la superficie de la música.

Ya no quedan días para la vida y los recuerdos.
Sólo
un instante
muerto
para dejar un recluso testimonio,
un esbozo de poema mal inspirado,
un eco transitorio a oscuras.

La palabra sólo acude al frío.
Búscame.

19 de octubre de 2013
01:18