sábado, 6 de junio de 2015

Cuartetos burlescos a una calva que bien pudieran ser dos

Lo que fue esconde; lo que usurpa asoma.

Francisco de Quevedo

Allá donde yaciera moribundo el viejo poeta deslustrado
por el paso incoherente de la vida por sus cauces
quedará ya indignamente confinado en vuestras fauces
injusto, cruel, rotundo, impío, vil, desvergonzado.

Habiendo yo confiado ansí en el honor y en la decencia
y en el sesgo albino que corona vuestra calva,
ahora no me salva ente humano ni divino,
me dirijo a vos aquí, se ha acabado mi paciencia.

Sois vos de la materia que da forma a los traidores,
deforme y desprovista del humano sentimiento,
que inspira tal tormento. Y permítame que insista
en recordar vuestra miseria de pérfidos doctores

que toman la confianza sin fianza. Sois serpiente
que a cada verbo cala con tintes de guirnalda,
que finge gran templanza, que juega con la mente
y más tarde apuñala crudamente por la espalda.

Ese sois, sin miramientos, no quede congoja alguna,
en mis versos de infortuna sólo hay justos pensamientos.
Adiós, fantoche, adiós. Si vuelvo a verle, le cerceno
la calva que, en ojo ajeno, bien pudieran ser dos.