La lluvia matutina y aleatoria
que mece la ciudad entre tinieblas.
Los dioses se levantan y nos miran.
Alfonso se da un agua: empieza el día.
Y entonces Charlie empieza el desayuno.
La ducha, ufana, mientras, centellea
cristales en la niebla.
Coger el metro cerca de Syntágma,
tan sólo gyroi como combustible;
así es la vida aquí, ruidosa y tibia,
de barco en barco y siempre en autobús
y el metro por segunda residencia.
Soñamos rumbo hacia el Peloponeso,
vivimos la magnífica aventura;
nos llevan de otros tiempos los abrazos,
un coche y tres canciones de Mecano.
Y si me siento solo, me acompañan,
y cuando me acompañan soy feliz;
pues no hay amor mejor que el del recuerdo,
pues hay eternidad en la amistad.
Αθήνα, 26η ιουνή 2015