jueves, 28 de julio de 2016

Nocturno

Léase lenta y pausadamente,
en soledad, cualquier noche de verano.





anoche 
salí a la calle
en este vecindario
parece que es de noche muchas veces


Palpé algunas miradas sospechosas,
el perro del vecino,
un taxi libre aparcado bajo una farola averiada,
un botellón lejano, no estoy seguro.

Finalmente decidí entrar en el bar de siempre,
— ya sabéis,
uno de esos bares medio vacíos,
algo lóbregos,
donde copas y corazones se alzan y se rompen
dejando esquirlas vacías de pensamiento.

sin prestar
mucha atención al barman
pedí una cerveza

Se giró.
Tembló el instante.
Crepitar tierno.
Eran sus rizos.
Únicamente sentí su geometría.

Lentamente,
sin que pudiera darse cuenta
erguí tímidamente la cabeza
y la observé tomar el vaso
y acariciar el grifo
y caer la espuma.

En este valle de lágrimas
los ojos oscurecidos.
Quizá eso
ha sido el reflejo de unas gafas.
Quizá.

Esta vez no pude evitar mirar
su reflejo en el espejo
empalizado de botellas de ginebra.
Me dio la cerveza, muchas gracias,
no muchos me miran a los ojos.
Condescendencia aparte, sonreí,
sonrió.
Era hermosa.


Quedé con ella en el fondo de aquel vaso.
Hablamos un poco
del trabajo en el bar,
ella había tenido que dejar la universidad
a cambio de un contrato de mierda,
yo le conté lo de Noelia
porque soy gilipollas
aquí yace un hombre débil
— cuando yo me muera
enterradme con mi cerveza
bajo la arena —
pero escuchó mis lágrimas
debe de estar acostumbrada
gracias por el pañuelo

Dejé en la barra mi cerveza.
En aquel dintel herrumbroso juega la luz
casi apagada de la luna.
Rocé una mano a oscuras,
fue como un chispazo,
un instinto certero y revelador.
Sus rizos descansan en mi hombro izquierdo.
Después de doce horas de trabajo
su cuello todavía huele a lavanda recién cortada.

No sé quién eres
no te conozco de nada
pero no te acabes nunca,
musité.

Cerramos el bar con nuestros labios.

[Continuará...] 

Leganés, 28 de julio de 2016, 3:00 am