miércoles, 24 de febrero de 2021

Madrid en ti

Madrid se derrama en trastiendas
de abrazos sin nombre, en espejos
cuarteados entre el vaso y la espuma.
Bullicio en el parnaso modernista.
Tus grises y tus mesas,
tus escalinatas de gavota y cortesanas
como ríos gregarios de vida,
tus plazuelas de cobre y vino ajado,
avenidas de cañas y organillos.
Estancias de princesas reunidas,
de pintores sedientos, y de ausentes.
Cuna, adviento y entierro de los naipes
que mencionó Quevedo. Las espadas,
sedientas de honra antigua, hoy suenan huecas.

La tarde, afrutada, como la diosa
que ha vencido a la noche en el delirio
de arder tras sus pasos de baile.
Te busqué entre las calles
empedradas de luz de atardecer
detrás de las esquinas de relojes de forja
que adquieren el trayecto de tus brazos.
Mirlos inquietos vestidos de fiesta
corren la Cava Baja. Suenan sueños
en cada esquina azul, donde se besan
los coros de bohemios y románticos.

(Yo también besé un día,
bajo los arrozales púrpuras
que hay tras el museo del Prado,
¡...éramos invencibles!)

Soñar, siempre soñar,
reconstruir el camino en tu belleza.
¿Recobrará la hierba tu fragancia?

Madrid, 20 de febrero 2021







sábado, 13 de febrero de 2021

Nube de puntos

Bajaste, ausente, el ala del sombrero
mientras las luces rojas, transitando
los páramos azules de tus manos,
evitan el contorno de mis besos.

Los hombres (yo, en resumen) se retiran,
mitigando con humo y con promesas
la densa soledad, doliente al tacto
como la piel herida en la batalla.

El tiempo, colapsando en el instante
de mi voz gris sobre la línea recta,
ingenia una dinámica fantasma

resignada a soñar, a pervivir
y a hacer memoria amada de la nube
de puntos inconexos que dejaste.

Hospital Universitario Fundación Alcorcón

12 de febrero de 2021, 23:54

viernes, 5 de febrero de 2021

Pasos

Una lágrima en sombra
bajo el abrigo pardo 
que anuda tu sonrisa.

Desenfunda tu espalda
y déjame que observe en tus espejos
cómo el brillo en tu cuello
calcula en el afelio de la tarde
una estructura amable,
un canto general para mi boca.

Me cortas en la huida
y esquivas la mirada, como un golpe
certero en la ilusión
de escribir en tus brazos unas líneas
susurrantes de luz.

Y es que no me esperaste. O no me buscas.

Una lágrima en hielo.
(En el cruce, dos sombras
del camino olvidado.)

Y se abrirán tus pasos,
perdiéndose en la nube de los trenes
mientras muerde la lluvia
y vuela el terciopelo gris que esconde
tu misterioso tacto,
mientras yo desde lejos imagino
cómo regresas, pálida
y sonriente, a este pequeño invierno
donde hoy espero,
                               siempre
lejana,
          diferente,
                        prodigiosa.