jueves, 16 de abril de 2015

Transfiguración

para Gema y Alfonso, con cariño

Juega la noche sus cartas detrás de alguna esquina,
sueña un círculo inquebrantable de primavera silenciosa,
canta hasta que su último hálito descienda sobre la mañana airosa,
despierta la sangre en la epopeya sin fin, canción de luz divina.

Cómo cambian en la noche dos miradas, cómo exclama del instinto la memoria.
Y el beso último que rompe la oscuridad en cántaros de espejos.
Con ojos de translúcido milagro, la primavera destronada, vuelta en reflejos,
la perfección hecha misterio, sombras, pájaros, flores, ella y él, victoria.

Reescribid la historia con labios de recuerdo.
Dibujad vuestro Madrid con nubes desde dentro.
De amor se forja el destino, gavilán sin dueño.

¿Qué importará que haya pasado el tiempo?
La primavera es larga entre nosotros,
dulce, fiel, intensa como un sueño.

Para un gris escritor tal vez es poco
decir en estos versos lo que en otros
son cien mil alondras de amor sin tiempo.

El uno para el otro, yo os invoco
desde la torre al sur un venturoso viento,
que vuelen las palabras por vosotros.

Leganés, 6 de abril de 2015