Nadie muere
si no mata primero sus amores,
su familia,
si no rompe sus cartas,
sus flores,
si no quema su rostro
ni rasga las mejillas de sus primos
y hermanos.
En el yermo
no quedan crisantemos para honrar
la muerte de David.
Los padres mueren antes que los hijos.
Pues bajen a mirar.
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