sábado, 17 de noviembre de 2018

Basilar

El cielo es un lugar
negro y sombrío.
Los ángeles traen polvo
y la trombosis,
sueño.

Se rompe la palabra en el cerrar
y en la midriasis.
Qué tristes y arreactivas las caricias,
qué trémulo silencio,
qué hiriente el monitor, cuan ruin la ausencia
en el letargo derramada.

¿Qué noche será aquélla
para mí? ¿Cuándo será,
reloj callado, el frío holocausto?
El hombre en coma es uno
con la almohada:
no hay tiento que deslumbre sus pupilas.
Deja de respirar, pero no quiere:
su pobre neuroquímica hará el resto
y trocará
la cama por el roble,
la luz por terciopelo
y su último suspiro en esta guardia
será tan verdadero
como su gran periplo
en esta vida fue certero.

La tierra,
el puente, sean ligeros,
y el sueño sea infinito y luminoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario