Para Laura,
porque todos estamos hartos de la realidad.
muriéndome entre tanto en volubles sábanas de aire primaveral
en medio de este maldito invierno.
No me gusta soñar ilusiones sin sentido,
delirios del corazón, insondables pensamientos de un alma apasionada,
odio la realidad de cada día:
quiero desearte cada noche.
En mi ardiente oscuridad, sobre mí se derrumban los recuerdos
de cada noche que paso sin tus caricias y tus besos.
Abro la ventana.
No sé si buscarte en las estrellas o saltar.
¿Tenerte? Un imposible.
¿Soñarte? Una ilusión.
La luna, impasible, reclama un sacrificio...
Sueño.
Deliro.
Me muero por dentro.
Venturoso pasado que endulzas el amargor de cada hora que no paso junto a ella,
llévame al infinito clamor profundo que emana la esencia de su hermoso cuerpo.
Déjame sentirla esta noche, sentir sus caricias, sentir su corazón,
déjame morir entre sus brazos esta noche...
Responde extasiado un dulce lamento de pasión oculta y desenfreno
a los encantos
de una noche silenciosa y pálida de invierno en la que hasta los sueños se congelan;
dulcemente solo,
tristemente feliz,
me asomo a la ventana una vez más
para comprobar,
firme,
apodíptico,
enamorado de tu sombra,
que ya no estás.
Y es que son tantas las caricias, tantos los abrazos,
tantos
los besos que deseé darte y no te di,
unos besos que esta noche se rebelan
contra mí por no salir
jamás
del influjo de la perfección soñada,
del perfume de una caricia tuya,
de un beso tuyo,
que en la penumbra de este febrero de realidad y fantasía
mi corazón ya no sabe a quién creer,
si a la soledad o a los recuerdos,
si a la paz
o a la guerra.
Mas un día,
una noche acaso,
entre plumas de sinfonía, plata líquida de amor y otras locuras,
imperioso,
soberbio,
miserable,
infinito, mi amor vuelve a la carga
una vez más después de tanto tiempo apartado de tu luz.
Ya me he hartado de sutileza, de desagravio, de amor cortés;
nada va a impedir que pueda quererte esta noche como nunca hemos soñado, amor,
nada va a impedir
que un instante despegado de tu aroma a mujer enamorada
se convierta en invisible tortura de pasión y desenfreno sin limites y sin final.
Soledad apuñalada con cada caricia de tus manos,
sufre de una vez,
que yo ya estoy harto de sufrirte cada noche por quererla entre mis brazos.
Soledad consumida con cada beso de amor que emana de sus labios,
muere.
Siente la ávida venganza del amor infinito de la juventud y del placer.
Siente, soledad de soledades, cómo se funden nuestros cuerpos al son
[de tus chillidos.
Amarga soledad:
siéntenos,
siénteme.
Suicídate.
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