jueves, 14 de febrero de 2013

Valentine's 3.0

Me dicen los puristas
que dónde está mi caja de bombones,
dónde mi rosa, do mi osito,
do ese carmín de felpa,
do los regalos
y los sueños.

Salir a la calle
impregnada de rosa.
Ya llegó la primavera. Mañana,
vuelta a la rutina.

Transcurrido el embrujo,
algún galán de noche recogerá las calles
y será no más
que la sombra breve y derruïda de un recuerdo.
Y mañana, otro día.

Entreacto. Cuando en la avenida es sol
de media mañana, es invierno en el cuarto piso.
Allí mora, pues no descansa, la agonía
de las palabras muertas en el mar de la tinta,
Resurrección de la angustia.
                                              Te busco,
rememorando con ecos arcaicos
lo que un día no fuimos,
mis años de la idiocia,
                                     pero
hoy
las cosas han cambiado,
y te adoro,
te amo.
             Pero no te amo
cual dicen los puristas
en materia de bombones y de cuentos;
en, quizás insuficiente, compensación,
disculparás que me separe de la norma,
cedo este corazón pequeñito,
ni de felpa ni chocolate,
a veces difícil de comprender,
pero que anhela la hipertrofia cada noche,
llama y voluntad, para amarte
tal como te amo.
No obstante aún estoy a tiempo de los bombones.

Y no, no estás. Descanso
brevemente la mirada.
Se advierte
la pared dolida
por cientas miradas a un lado
que
huyen
del reflejo celuloide
impregnado de carbón, de polvo
            o
            tal vez
            serían unos rayos de luna perdidos en la incertidumbre
            schrödingeriana.

Invierto
las horas que me quedan
de este iatrogénico festejo
interpretando solitario
electrocardiogramas,
buscando entender los designios del corazón
a la luz poco fidedigna de la ciencia.
Mi corazón de felpa,
patológico,
se resume en el registro
y en el permanente anhelo de hallarte
allá,
miro otra vez
hacia el lado horadado de la pared
donde estaba
el corazón de piedra verde. Pero
nada ha cambiado. Las extrasístoles
ventriculares tienen un complejo
QRS alargado y
patológico.

Y te sigo esperando. Mañana
ya no será el día esperado y anhelado,
pero desde esta sórdida morada del invierno
con el alma imbricada en tus miradas de jueves
te prometo
volver a nuestro encuentro,
desvelar los presagios en el viento,
amarte una y otra vez, palabra por palabra,
hasta el fin de mis días,
amén.

Mientras tanto
propongo hoguera de puristas,
píos amantes, no dejéis
que la iracunda sombra del dólar mancille
la pureza angular de cuatro labios
extraordinariamente complementados.
 
Valentín,
moriste en vano.
Malditos romanos.

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