martes, 26 de marzo de 2013

Poema del desierto

Sombras de espejos.
Luciérnagas, depósitos, sueños
trastocados en el colosal desaire
de aliento de poema en madrugada de reposo.

Piedra blanca de la medianoche.
Las leyendas hablaban
de un recuerdo infiltrado entre las puertas de hierro,
reino de sueños.

Reflejos de pestañas
en la mirada tórrida del turbante quebrado
en las noches rítmicas de marzo
que albergan las esquirlas de la hoguera
escogidas sin rencores
fanáticas
dispersas
fundidas
en los soles de incierto porvenir
que nos cedió un tiempo paralítico,
que confundió el polvo azul de las estrellas
con el gris y amargo del camino.

Te susurro esta mirada en el invierno muerto,
ventisca destronada de miseria en estas tierras
de polvo y arenisca,
de esbozos y de puños,
de empanadillas de atún,
de sueños recónditos
que se pierden en la arena limítrofe
del Atlas,
donde la calma lustrada de la arena
discrepa con tus labios.

                                     Y miro
con ojos beduinos
el contorno inspirado de una danza
que escapa hacia el Sahel
amparada por los ecos pertrechados del abismo.

La salobridad recóndita de tus nubes rizadas,
de la piel curtida a fuego y piedra
en los lejanos oasis que vimos partir.

Te escapas
de la luz rectilínea de la estética.
Regateamos
labios de palabras,
rosas del desierto:
y yo
siempre exhausto
te concedo sin dinares
la utopía del aire transmutado.

                                                Y te miro,
mujer de tierra adentro,
temblor intencionado en pétalos de sueño
de la nueva primavera
que mora en el descanso de la noche sin retorno
en la que invoco
tu canción, tu recuerdo, tus ojos,
mi vida entera
                       mas
                       ahora
                       acaso
                       tan
                       lejos
                       de
                       ti
separados por océanos
luz de ópalo maldito
miro al infinito
     a unas cuatro millas náuticas del límite
     entre las tiendas de souvenirs, la arena,
     tus ojos y las demás estrellas,
     no más lejos

y en la calma indiscutible de las noches árabes
vive una tímida canción a la esperanza
del mañana intrépido,
del presente ubicuo.

Tan lejos,
tan cerca acaso.
Hagamos de la inerte y polvorienta senda
un hálito de luz del tiempo que nos queda.




أحبك

Tozheur-Hammamet (Tunicia), 20-22 de marzo de 2013

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