Qué puede ser más cierto que tu acierto,
qué puede más verdad que tu verdad,
qué puede ser tu pluma en mi silencio:
es música cortante, es viento, azar,
es ánimo deshecho a medianoche,
es canto y es letargo, es suspirar
después de cada tarde en el espejo:
la mano que te sana, ¿matará?
En el rencor, un verso en la pared:
"Tenemos que inventarnos la locura.",
y un pájaro de lengua lo rompió,
sus restos, anegados por las lágrimas,
encima del cuaderno morirán.
Entonces dijo el cuervo: nunca más.
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