lunes, 12 de agosto de 2019

Perspectiva

Madrid tiene una tarde de palomas doradas
sobre el gris de su silencio.
Balcones, pólvora, salvas de metal refulgen
el prodigioso ardid.
La obra del masón en el altar del Hermes
la miran los borrachos desde el Prado
y no ven los laureles por ninguna parte.

¿De dónde habrán venido estas palomas?
Recorren su buscar atáxico
los viejos transeúntes
que danzan por dinero cuando el saxofonista se va
y se pone la gorra y los dineros lloran,
y cruza otra persona la ciudad
y le saludan las ramas caídas
y los niños patinando la persiguen
y todo es un amén y un hasta pronto
mientras los ascensores y el arte conceptual
y los chicles en el suelo
siguen contaminando
y el hombre-saxofón se arranca por la Piaf
y en tu silencio gris flota la tumba de una rosa.

La vaca en el tejado
con el cencerro murmura "Buenas tardes",
que no es poco.
Hay un chicle rojo en el suelo
que antes no estaba.

Y el mirar, picoteado
por las últimas lluvias de memoria,
por el butano de los cuervos.

Cuando se rompan los gallos y los vientos
y el océano se llene de torsos que no cesen,
quizá se apaguen todas las farolas,
y los rizos se vuelvan a escapar de un gorro,
y todo vuelva a ser.

Plaza de Juan Goytisolo, Madrid
12.08.2019

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