sábado, 19 de octubre de 2019

La luz prodigiosa

Mi soledad sincera,
la que resopla en estos días de lluvia
sobre el acero verde
entre la nada, el techo
y las miradas breves,
puede pasar la tarde
como una aurora triste en el otoño
oculta por la ausencia.

Pero, en tu luz certera,
me haces una sonrisa cada noche,
como un verano abrupto;
y el mar que se desprende de tu canto
rememora sincero
las tardes de hace años en el parque
cuando otros cuerpos eran
y todo era un regalo y la pasión
invita a sumergirnos.

Mas ahora no soy nada y, sin embargo,
recorro tus miradas
y el bello carmín tierno del recuerdo
cierra nuestros abrazos
y hacen en uno mismo una verdad
que tal vez sea remota,
desesperada, ausente,
pero que cada día
renueva una esperanza,
para que en cada guardia
recuerde cada incógnita en tu pelo
tan trenza como siempre,
tan oro como el mundo que ahora es tuyo,
tan dulce tu presencia
y tan amor de invierno cuando miro
tus ojos misteriosos,
océanos de paz, ríos infinitos,
canción de vida nueva,
¡quién sabe si distinta, quién si amarga,
quién si un nuevo destino...!

¿Será en aquella noche
que llegaré a quererte?
No escapes, no me olvides. Sólo sueño
las mañanas eternas,
los besos que aún no dimos en la sombra,
los tímidos abrazos
la piel y los bombones.
Cómo lo haré. No sé
si te amo de momento.
Que estúpido es el poeta a cada rato.
Quizás puedas quererme,
tal vez no me soportes,
pero en el fondo hay sueños y recuerdos
que puedes revivir para contarme
que tal vez tú me quieras (de momento)
y todo pueda ser,
                                y cada invierno
tus besos y caricias sean relámpago e ingenio,
oasis de bondad que me redima.


Leganés, 18 de octubre de 2019

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