domingo, 16 de febrero de 2020

La lucha

Chernobyl, 26-04-1986. 
A los hombres y mujeres buenos
que salvaron el mundo.

Y a todos los que salvan el mundo
un poco cada día.

Todos tendremos un día.
Sí. Todos tendremos un día,
todos seremos una pátina grumosa
de carne y de cemento.
No faltaran ofrendas. Mas qué importa.
¿Qué habremos hecho, entonces,
desde estas desgraciadas cajas
para salvar al hombre bueno, al hombre
de pronunciables ideales.?
¿Qué habremos hecho mientras sufre el invierno
y la piedra es más horrible a cada paso
y mis vísceras se descomponen?
¡Muy bien! Ya sólo hay pasto. Todo es barrro
que enterrarán los tiempos. Será ausencia
agónica y decrépita lo que quede de nosotroas.
Las lluvias llevarán mis pocas esencias
de flores marchitadas sobre el tiempo
musgoso de mí mismo,
que ahora no es más que una volátil sangre
de escorrentía dudosa, primigenia
como la de los hombres que no hicieron
ninguna huella más que su desprecio
sobre la yerma tierra que queremos cada día.

¡Mirad! ¿Qué veis? La muerte. El fin dle tiempo.
Yo sé que moriré. Y será horrible
firmar la vil sentencia en propia carne.
Otros me llevarán entre sus brazos
cuando seamos nosotros
a los que nadie recuerda,
lo que no saben curar nuestros cientíicos
a los que habrán mentido y engañado
con cátedra de sombra,
con falsas esperanzas y con fe.

¡Amad si ahora podéis, si aún os queda
un mísero recuerdo de lo que érais!
La vida es el pretexto. Dad la vida
por ellos nada más. ¡Por ellos, solamente,
seréis alguna luz inapelable!
Que vuestra lucha siga en todos estos hombres,
estas mujeres, viejos que aún merecen
ver otro amanecer por la ventana
mientras otro gotero y otra noche
descaman su esperanza y
su fuerza de vivir mengua en las sombras.

Y tú, ¡sí, tú, erudito de moqueta!,
tu ego prenderás con blanco fósforo.
Si ellos dieron su vida, la darás.
Si buscas sólo fama, la hallarás
mas a este precio:
los hombres se desangran en la vida
mientras tú no haces nada,
seguirán ingresando y seguirás cerrando
los ojos a la muerte y al rostro del inválido.

Llegar hasta el final. Romper, soñar acaso
las nubes del hallar lo inexplorado.
Ese será mi sino. Puedes irte
si quieres. La lucha continúa.
La tierra seguirá cayendo encima.
Pronto sepultará todo cuanto amas.
No puedes escapar. Pronto tú mismo
sucumbirás al Hades que rechazas.
¡Tú, médico cobarde
de las auroras blancas! ¡Sé! ¡Despierta!
La muerte está en la calle, en los cerebros,
en cada piedra gris con que tropiezas,
en todas las montañas, en el hielo
que rozarán los labios al caer.
Pero no hay otra lucha. Sólo estamos nosotros.
¿Vas a dejar que el mundo que queremos,
que la mujer que amabas, se pudra en una silla?

Los seres y las almas continuarán su tránsito.
Algunos seguiremos aquí. Por ellos. Siempre.
¡Y alguien nos amará póstumamente
quién sabe desde donde!
Para dejar el mundo mejor de como estaba,
para gritar el día de nuestra muerte
que la vida fue en serio,
que vimos la esperanza y la encontramos.

Escritura automática.
Leganés, 16 de febrero de 2020, 01:55h

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