lunes, 10 de febrero de 2020

Trenes

Continúa tu camino.
La luz lunar deshace las especias.
Recorreré el andén en busca de ese brillo
dorado cuando bailas
y miras este mar, que ahora es olvido.
Tú eres aquí ya sólo una silueta,
un ser hecho palabra, hecho sonrisa,
y yo, privilegiado
de haber reconocido la derrota
de haberte conocido
y no poder amarte en esta orilla
exótica y perpleja.


Te esperaré aquí. Tan cerca como quieras.
No mires atrás. Que el recuerdo final
no sea de mis lágrimas, musa certera.
Cumple tu promesa, y vive, y sueña, y brilla.
Será un buen consuelo que seas como anhelas
y amar desde lejos, y ser descubierto;
y cada mañana empezar otra vez
leyendo tus cartas de olor a canela
mirando tu pelo de lejos
cuando eres mi aurora en la noche oscura,
cuando ir al trabajo supone el enigma
de entender tu pelo, de acariciar tus manos.

Sabrás que mi silencio no es olvido.
Los trenes ya pasan, dulcemente crueles.
Si algún día regresas, ven a rescatarme
en tu aura de vida, en esa alegría
temprana de ilusión de niño, de faro
que nunca se ha encendido y de repente
suspira en el invierno. Y será tu fuego
la lente con que observa el Universo
mi pálido vivir, mi joven tránsito
de vida convocada
que escribes de noche cuando oigo tu voz
y escucho tus ojos. Y abrazo el recuerdo
y beso la nada.

Leganés, 10 de febrero de 2020,
01:16 

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