domingo, 3 de octubre de 2010

Campestre

A la luz de la lumbre de olivo y fresno
alumbro mi alma en este otoño tormentoso
gritando a los gélidos vientos por tu ausencia.

Entre auroras de fuego y aceituna, pienso en ti,
dulce y turbulenta, ímpetu vivo, amor eterno,
en la luna llena se refleja mi pena
y en tristes ascuas se consume.

A la luz de la lumbre de olivo y fresno
vaga mi corazón sombrío, helado,
buscando una salida que no existe;

y no reviven mis sueños de amor por mucho que los evoque,
sólo tú, pobre amor, eres mi salida,
                                                         pero no estás…

Y ya no sueño ni quiero soñar,
quiero saborearte lentamente,
quiero apreciar cada detalle de tu esencia
mientras no me separo de tus labios ardientes.

Soñar no es sino pasar el tiempo apesadumbrado
sin saber adónde ir para encontrar tus ojos,
mientras me cubren las cenizas y la muerte
en esta madrugada yerma y solitaria en la que me muero sin querer.

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