jueves, 23 de diciembre de 2010

Navidad

Por fin llegó la Navidad.
Llegó el momento de asediar El Corte Inglés
y de escribir cartas y tarjetas deseando una felicidad que no tenemos.


Por fin llegó la Navidad,
tiempo de que la avaricia y la ilusión se confundan en un ansia
de liberación de esta crisis crónica que nos carcome.
En el murmullo de un salón de loterías
una mujer lamenta el décimo premiado que acabó en la lavadora.


Por fin llegó la Navidad.
Se abrió la veda de mazapán y polvorones.
Ya podemos descorchar aquella botella olvidada de cava catalán
que esperaba con paciencia su hora en la fresquera.
Genocidas de pavos, de corderos y conejos con mala suerte,
que les tocó dar su vida por nosotros en esta noche mágica.


Por fin llegó la Navidad.
Ya podemos ser hipócritas sin que nadie nos lo diga.
Hermanos, celebremos que el hijo de Dios ha nacido,
en una cueva de Israel, a las cuatro de la mañana un día de invierno,
y que sobrevivió al gélido desierto de la tierra palestina.


Por fin llegó la Navidad.
Ojalá que el espíritu navideño llegue a vuestras casas
y os colme de buenas acciones que duren el resto del año,
porque pocos son los que hacen el bien después de tener los regalos,
porque es más cómodo que mañana no sea Nochebuena,
porque montar el árbol es cuestión de un par de horas.
Que todos sepan lo amables que somos en Navidad
y lo pobres de espíritu que nos quedamos todo el año.


Por fin llegó la Navidad.
Coged, niños, unas cáscaras de naranja para que coman los camellos,
si es que al intentar coger alguna no se comen el tarro donde las dejásteis.
Echad, niños, coñac para los Reyes, pero no mucho,
porque si dan positivo la Guardia Civil se queda los regalos.


Cada casa, un mundo; cada familia, una historia.
Pocos quedan en el mundo con ganas de vivir la Navidad pura y feliz
en esta sociedad estúpida donde las ilusiones se cuentan en euros.
Vivamos la Navidad intensamente, mas como si fuera otro día más,
dejemos fuera las peladillas y los roscos de vino que nadie quiere
y hagamos un dos mil once de turrones y mariscos.


Alegrémonos, amigos, que es Navidad,
y ojalá que podamos celebrarla cada día.

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