miércoles, 29 de junio de 2011

Introducción al ciclo "Párrafos"

Hoy he terminado de estudiar en la Escuela Oficial de Idiomas. Han sido cinco años intensos de inglés que se desbordaba entre mis apuntes de ESO, Bachillerato y ahora de la Universidad. Ha llegado ese particular momento que pensamos que no llega nunca, en el que algo se acaba y marcas una X en un cuadrito de la hoja de servicios de nuestro proyecto de vida.

Cada año es una historia. He conocido a gente con la que he congeniado muy bien y gente que me ha dado la espalda, si bien estos últimos han sido los menos y sólo los primeros cursos, cuando con sólo catorce años apareces en medio de gente de veintitantos que te mira por encima del hombro hasta que superas sus notas y entonces te miran con envidia, sin saber nunca hasta el día de hoy cuál de las dos situaciones es peor.

En quinto y sexto cursos (Avanzado I y II), desde el año pasado hasta hoy, conocí a un gran hombre. Un profesor excelente. Un maestro del ingenio. Un cachondo mental, cuando es necesario. Nunca sabré qué marca de whiskey tiene la lata de Coca-Cola que trae Juan José Almagro (Juanjo para los amigos) cada día a clase. Nunca había tenido en la Escuela de Idiomas la sensación de querer ir a clase, no produciendo el rechazo que me generaban al menos dos de las otras tres profesoras que he tenido. Se nota el nivel y la calidad a un kilómetro de distancia. Al finalizar el quinto curso tuvimos una clase de "creación literaria" y el mejor poema (cada uno tenía dos autores) sería premiado con dos ejemplares de un poemario que se titula El hombre bañera, escrito por él mismo. Mientras Juanjo no estaba en clase en un momento repentino lo cogí y empecé a hojearlo. Me recordó mucho al estilo que ahora empleo en el ciclo Insomnio. Juanjo dice que escribe palabras contundentes que encuentra en todas partes y después las emplea si es menester. Aquí va un pequeño ejemplo.

FE EN EL CABALLO


Ingenian una maleza de cuellos para aliviar la llaga de la rienda. En cambio tú, amigo, arengas al caballo de mil patas que crece negro y brillante en el eco de los potros, y no le desafías para cubrir a la mejor. En la doma el barro sobrante de los cascos concederá la forma a tu cara, tu cara y su mitad insomne del deseo y la llanura.

De ser mío (Juanjo, permíteme versificar esta maravilla), habría sido algo así:

Ingenian una maleza de cuellos para aliviar la llaga de la rienda.
En cambio tú,
                      amigo,
                                arengas al caballo de mil patas
que crece negro y brillante en el eco de los potros,
y no le desafías para cubrir a la mejor.

En la doma
el barro sobrante de los cascos concederá la forma a tu cara,
tu cara y su mitad
                               insomne del deseo y la llanura.

Me quedé absolutamente sorprendido. Los poemas en prosa tienen algo, no sé qué, que los hace más contundentes. He escrito versos durante casi toda mi vida desde que sé escribir inteligiblemente pero ahora esto me parece mucho mejor para el estilo que quiero lograr. En el ciclo Insomnio escribía paradojas posiblemente-lógicas formadas por palabras sin sentido que iban componiendo un todo y que por separado no se entienden. Es hora de darle una vuelta más de tuerca a este sistema y escribir algo en este estilo. Así nace el ciclo Párrafos.

Juanjo, va por ti, por enseñarme a escribir como nadie, tanto en inglés como en español.

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