viernes, 10 de mayo de 2013

Ella

La mirada eterna.
Sagrado, furtivo aroma a voluntad
en los reflejos castaños del viento.

Las nubes de septiembre
volvieron fugaces los deseos de primavera
que despertaban, desdibujados en la hierba.

Al borde del olvido,
escondida entre tu manto de sueños,
la noche sin descanso,
ilusión sensual, incandescente,
escrita en el polvo violáceo de las estrellas
que olvida las distancias.

Un último ensueño del alba
en el suave filo de las sábanas perdidas.
La inquietud dormida.
Sigiloso amanecer de labios y miradas
otrora mínimos, ocultos misteriosos.

Te busco, último desafío,
soledad tú de mí, insomnio, recuerdos perdidos
en el límite floral de la memoria.

Y vienes a mí como aliento fugaz de media tarde,
anhelando tu venida
resistiendo la figura de la ausencia
transformando
lentamente en la penumbra de la tarde
el viento
               en sonrisas.


En el autobús, 10 de mayo de 2013

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