domingo, 22 de noviembre de 2020

Periplo

Hay que soñar en voz alta, 
hay que cantar hasta que el canto eche 
raíces, tronco, ramas, pájaros, astros

Octavio Paz
 
a Paula Pire y Marta Villa
 
Puedo luchar o amar. Puedo escribir
o huir. Puedo escoger el frío o el yermo.
Puedo salir al mar, y en la deriva
hallar un sol invicto bajo el mástil.
Nada y todo está escrito. Puedo ahondar
en esconder la inercia en la ceguera
de todos los demás. Puedo escapar
de la luz infinita que me lleva
a elegir esta senda peligrosa
lejos de mis palabras. Y en el trance
azul y neblinoso del camino
presentarán batalla las miradas
solitarias de siempre, entre los bosques
y el navajazo al viento de las olas.

El norte nos recuerda que a su paso
dejas toda esperanza en el balandro,
y morderás las velas donde llores
cada abrazo musgoso que olvidamos.
Pero tú no eres héroe, sino invierno
y compasión recóndita, y aurora
de futuro. Y contemplas los mil lagos
y hay un canto a las puertas del infierno
donde sí hay esperanza, donde puedes
soñar, hacer llanura y calentarte
con párpados amenos y con pájaros
rojizos que persiguen tus estelas
en la bruma, y les dan significado.

Aquí he venido a amar y a hacer justicia
de mi patria caduca. En la extrañeza
de siluetas vestidas que, sin rostro,
en su idioma convocan maldiciones,
me presto a abrir el mar, y a desgajar
sus ataduras. La brisa es de todos
y hablarán las sirenas en mi báculo
para subir tus montes y pisar
tus templos de la ciencia, y despertar
el día blanco en los restos de mi cuerpo.
Que más vale luchar, ahora que el alma
emerge con vehemencia, y amar tanto
que duela del calor en esta tierra
hostil como ninguna. Y que los hombres
se abracen y recorran nuestra tierra
y siembren otra vez, y haya recodos
de paz. Y que la ubérrima constancia
de las manos despiertas nos devuelva
al bienamado hogar en noble triunfo.
Que aquella travesía que dibujaste
con el lápiz de un sueño sobre el vasto
desierto de la arena, sea ahora un gran
océano de verdad en el designio
de la admirada y misteriosa ciencia
de cómo es este tránsito en el polvo
aciago de la vida, y recobrarlo
para que cada tarde en el balcón
observes que tu mundo es más hermoso
mientras tú, en tu silencio, luchas y amas,
y escribes, y desnudas tus instintos.

Que a aquí viniste a amar, y a hacer justicia.
Y ahora nadie lo sabe, pero existes.
Leganés, 22 de noviembre 2020
 

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