miércoles, 8 de julio de 2020

Feliz aquel

Carlos Ruiz Zafón in memoriam

No me conoces.
Es posible que puedas
pintarme en un vuelo de pestaña por el aire
pero sería inexacto. En esta dirección,
el vuelo de una mosca o de una hoja
sería más atrevido que mi tiento
callado, advenedizo, de encontrarte
a la altura del beso, en la cuestión
que tú y yo conocemos.

Describo, redundante en el silencio
de las sábanas dobles sin rozar
el calor de tu cuerpo,
las vueltas necesarias para hacer
de tu abrazo un vínculo hacia esta tierra
que no me necesita.
Yo soy por ti tan sólo, pero tú eres
porque tienes que ser, para que todos
los hombres de esta tierra sean indignos
de tu amar palpitante,
del giro descompuesto de la luz
cuando sonríes de lado
y tu pelo es un elegante prisma
de mis remordimientos.

No te conozco.
Contemplo unas palabras en silencio
robadas de los libros olvidados
allá entre unas piedras del camino
bajo la calle Balmes.
Tú estás en esta sombra de planeta
como la corza blanca
que juega a ser la reina de la Plaza Cataluña
aplastando palomas. Pero no sé quién eres,
y a veces me da igual, y otras renuncio
a llamar a la puerta del olvido
y ver a aquel que tiene lo que busco.
Sigues siendo una sombra,
reposo inusual en mi penumbra grotesca
de unos libros quemados, del fallido
proyecto de mí mismo,
de cada tarde igual, al desearte
cuando cierro la puerta, y este silencio
lo invade de repente
todo.

Allí, en nuestra zona confortable
donde nadie sospecha,
eres un vidrio claro y una cálida
canción de media tarde
que acaricia un mal día y lo transfigura.
Como un milagro líquido,
surjo detrás de ti para abrazarte
y me haces tan feliz.
Pero qué saben ellos. Y qué sabes
tú, si no puedes mirar si esta vela
crepita de misterio o de verdad,
si tengo sed de cuerpo o si no hay nada
por que debas temer.

No te voy a engañar:
la piedra de Montjuïc está sembrada de cobardes.
Si tiene que existir alguna vez
la noche de las noches
haré labrar un breve cenotafio
que diga lo siguiente: "Aquí yace ese amigo
que no supo decirte que, en sus noches,
soñaba con tus manos
y escuchaba tu voz para dormir
pensando en que existieras algún día."

Y cerraréis la tapa
y después de unos días recordarás
que tú encontraste el amor. Respira.
Tú encontraste el amor.

Feliz aquel
que puede ser amado por tus huesos
en cualesquiera noches.
Feliz aquel que vive
contigo cuando todo amanece
y te hace el desayuno y te susurra
lo guapa estás al despertarte.
Y al levantar los párpados
sabes perfectamente que es eterna
su sonrisa, es infinita su paciencia
y es verdad tu verdad.
El resto es humo
vacío de la memoria en mis palabras
que nutren una historia paralela
en la que quise estar,
pero yo sé que no me reconoces,
y continúa tu sueño
y prosigue mi ausencia.

Barcelona, 8 de julio de 2020

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