martes, 23 de noviembre de 2010

Lección de anatomía

 Al profesor Jorge Alfonso Murillo,
al que debo lo poco que sé de Anatomía

Con la mirada firme en los detalles anatómicos que la Nómina refiere
se aviva el deseo de descubrirte plano a plano,
y enamorado de tu anatomía de superficie ya no quiero
avanzar hacia lo más profundo de tu esencia.

Lo que ven mis ojos basta para llenar tratados,
mas reflejar la perfección en un dibujo
es labor imposible para el mejor anatomista.
A la vista de los hechos
desconozco esquema o atlas tan perfecto como tú,
y así, ignorante pero profundamente enamorado,
comienzo la descripción más hermosa del mundo...

Es obvio comenzar a describir por el principio,
y en la región anterosuperior de la cabeza dos luceros me hipnotizan,
el iris de color curioso, variación no descrita con frecuencia,
sin percibirse claramente que el pardo domine sobre el verde;
caudal a ellos se abre una cavidad real harto conocida
por la anastomosis discontinua de mis labios en los tuyos
de sección fusiforme, pequeña pero ágil
y con una sonrisa sugerente dibujada a cada instante.

Continúo mi descripción en sentido craneocaudal
y tras sobrepasar los relieves de tu cuello,
también reconocidos al instante por miles de besos,
encuentro sendos relieves anterolaterales, hasta ahora imaginados
y correctamente ocultos por planos superficiales de tela y vergüenza
que se exponen ahora núbiles, perfectos,
en el plano más ventral de tu hermosa posición anatómica,
plano soñado por el amante deseoso
pero ignorado por el anatomista más hábil.

Tiempo habrá para explorar los detalles;

así pues, desciendo poco a poco por una región que no recordaba en mucho tiempo
muy interesante pero con poca descripción

más allá de infinitas curvas innominadas excepcionalmente atractivas
que convergen caudomedialmente en la línea media
hacia una región peligrosamente próxima al borde caudal de la cintura pelviana.
Previa descripción de los miembros superiores,
por evitar la tentación prosigo en las extremidades inferiores.
En mente, una promesa: no describir el tercio proximal,
pero el deseo me vence,

                                       y tú, sonriendo inocente,
me pides que rellene esa importantísima laguna descriptiva.
Y como siempre, mentiroso de mí mismo, enamorado hasta el final,
te hago caso...


...

...lo que veo no es descriptible con palabras

y creo haber descubierto la perfección de las perfecciones.
Dulce, sinuoso, alborotado, inocente, como tú,
me olvido de esquemas y me concentro sólo en ti
por razones evidentes.

Y ... sí, podría seguir describiendo,
pero me embriago en tal medida de este descubrimiento
que poco valen los esquemas que he trazado
si no pueden reflejar el detalle anatómico más importante.

Y ese no se encuentra sino en el plano profundo
pero ni disección ni corte alguno los revelan;
solo un beso apasionado, una caricia, el más puro sentimiento,
muestran con nitidez un amor tan deseado y verdadero...
 

No sólo de anatomía vive el hombre;
tu esencia alberga mucho más que estructuras y detalles.
Y como aún debes conocer la anatomía más básica
para poder interpretar los resultados de mi estudio
prefiero renunciar por esta vez a la sobriedad de la teoría

para comenzar contigo sin más dilación las prácticas.

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