miércoles, 11 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº 4. Ego sum"

»Yo soy el Arzobispo Baudelaire, el ateo, el maldito; yo soy el moribundo de espiritu desharrapado de intrínsecas virutas deconstruidas a la sombra de mi sombra. Yo soy el pervertido eco que mana del albedo cuántico que estalla en la deleción del marinero tostado de augurios sobre la vieja barbacoa; sus nodos de incontinencia están deshechos en aceite, sus vítreos pensamientos empapados en ron de garrafón se evaporan con los copos epidérmicos elásticos de silencio al ritmo encantador de la fusta de Corinto muerta en el árbol. Al brillo de Madrid fístulas de libre albedrío campan a sus anchas por los inexplorados consistorios abandonados por los ectoplasmas y redecorados por okupas del barrio de Salamanca. Descuartizamiento de papel sobre la tela armada de espartos desentonados, mordientes, casi hombres, enmudecidos por el peso de los filos de los labios contornados de polvo de sierra alentada por delirios de una verdad asonante invertida en el amanecer de las máquinas. Un sillón maquiavélico, bajo la torre donde anidan los lagartos de la pluma, esboza sonrisas que extruyen el sebo eyaculado por las espumas de calcita vulnerada. Olvidé que el lumen de los fosfatos comprimidos sin recuerdo de aire menstruado precisa tres vueltas de tuerca. Fraternidad descontrolada en muebles de madrugada remota ahogados por su periplo en el invierno de las águilas. El arrollador sin nombre enreda espinos de plata en la santabárbara. Violada rosa, huye de la mortaja de Orfeo suscitada sin calientes amapolas desapercibidas en los mares de sangre turbulenta. Sometida a sus efluvios carceleros mortuorios sin previsión aneuploide del criterio de las setas pavimentadas de sujetadores sin dueño que revelan sus entrañas al ácido de sus disolventes. Circulad sin miedo, prestigiados insulsos que abrís en canal el hueso de la deshonra enharinada, inútiles obsesos de la piel de las manzanas putrefactas rozadas por el discurrir de las radiaciones desgajantes. Pareceres difusos de mártir noventayochesco suprimido del reino de los muertos. Somos atributo de los gérmenes cocidos al sol de medianoche, lunas chinescas de ambiental espasmo divagado por tu ausencia. Temed, insensatos estacados a soga y ceniza; yo soy el Arzobispo Baudelaire, el mortal, el demostrado entre misterios de clavos despojados.

1 comentario:

  1. La primera vez que leí uno de los poemas de "Insomnio" me recordaron a Baudelaire, y ahora lo nombras :) Realmente éste si se parece a los de Baudelaire, és más oscuro, como su tono en todos sus poemas de "Las flores del Mal".

    Enhorabuena, Juan.
    xxoo (L)

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