miércoles, 25 de mayo de 2011

Insomnio - "Nº5. Absens in remota"

Las niñas de arenisca ribetean la evanescencia reincorporada al hielo terrorista del combate que acometen las polillas que dormitan los alelos. Mi aguada presencia difunde al cerro de la osmótica pintura un delirio pordiosero de frémito inhumado por los frailes de la ceniza. Solimán acoraza el viento con cien claveles de idiopático rescate y asomado a la escala emprende el maquiavélico introito de la muerte roja de avaricia y tauromaquia defenestrada por el Papa de los ínclitos aviones de madera de chapa estrellada desteñida por los singulares misterios de la noche triste. Persuasión de martes por la noche de hipotética llanura consumada en el enriquecimiento pasajero de tres almas cortantes como ángeles hádicos triturados por los vientos nitrogenados que implosionan al filo de los cantos. El hierro de la muerte dulce tiene virutas de canela amortajada que degluten los amorfos duendes de la caverna. En el amanecer de las patatas muertas en los grifos estabulados de sebo fermentado se perfunden los incendios coronarios del azur de los termómetros fornicados de consolación y alumbre de prescindente gnosis; su altivo despilfarro de talco apoptótico se deshace en las tabacaleras. Seducción ahumada. La epopeya furiosa de la madrugada se ha acobardado de insignias efluviadas del favoritismo notocordado del canto de acero de diecisiete becerros supraglóticos. Aire de cascadas reales como huertos sin ojos que rehúyen de la escalera de los gatos boca abajo. El viento está cubierto de sibaritismo silvano, con su ahogo ebrio y multifactorial. Espanto de jueves. La epistasia derrotada chilla en el lodo de los tiempos la muerte comulgada de Orfeo mutilado en el granito. Solfeo introvertido, lujurioso; de plenitud amarga y visceral. Propedéutica abismal. Suscitables ironías al calor, a la sombra, de mi Guyton-Hall sanguinolento. Reverberación congénita. Qué importa, es mi tortura desgarrante de sinoviales perdidas en la antepenúltima esquina del Montmartre de navaja y polvorín. Me pregunto quién vendrá a dominar tan infausta Menorah de antro suspendido usurpada por las ratas escabrosas que perfunden las dermis suculentas que desabrochan los cinceles del templo.

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