En mi casa hay dos lunas.
La que alumbra mi voz
y la que pinta los sueños.
La que escribe los ríos
y la que ríe nerviosa
cuando tocas el agua.
La que vuela entre el trigo
de las nubes de otoño,
y la que vive en los trazos
flautistas de tus ojos.
La que dibuja acordes
serenos sobre la arena,
y la que lee el presagio
luminoso y cercano
de tu sonrisa tierna.
La que brilla sincera
y dibuja en la puerta
diez soles de primavera,
y la que, cuando no estás,
desenfunda un violín
atónito de tristeza.
La que envidia a los pájaros
azules de tu cabeza,
y la que sube al cielo
para escuchar de cerca
la aurora de tu pelo.
La que nunca despierta
y la que dice: te quiero,
escondida en un rincón
a que llegue el deshielo.
La que baila en las sombras,
La que alumbra mi voz
y la que pinta los sueños.
La que escribe los ríos
y la que ríe nerviosa
cuando tocas el agua.
La que vuela entre el trigo
de las nubes de otoño,
y la que vive en los trazos
flautistas de tus ojos.
La que dibuja acordes
serenos sobre la arena,
y la que lee el presagio
luminoso y cercano
de tu sonrisa tierna.
La que brilla sincera
y dibuja en la puerta
diez soles de primavera,
y la que, cuando no estás,
desenfunda un violín
atónito de tristeza.
La que envidia a los pájaros
azules de tu cabeza,
y la que sube al cielo
para escuchar de cerca
la aurora de tu pelo.
La que nunca despierta
y la que dice: te quiero,
escondida en un rincón
a que llegue el deshielo.
La que baila en las sombras,
y la que espera el abrazo
con una sutil promesa.
La que escribe, ignorante,
con una sutil promesa.
La que escribe, ignorante,
en la trastienda.
Y la que más te desea.
Y la que más te desea.
Leganés, 23 de enero de 2021
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