miércoles, 14 de julio de 2010

Atardecer

Mi fantasía se agota tratando de encontrarte
en el lamento de las aves y las luces del ocaso.
Las sombras de los árboles,
proyectadas al penetrar los cálidos rayos de sol en las ramas de los sauces,
me hacen sentarme un minuto frente a mi ventana,
mi ventana que es ya vieja compañera de amores y desamores,
la ventana que me abre al mundo cada mañana
y me susurra cada noche de soledad...

Y pensando

                  - soñando -
                                     junto a mi ventana,
te recuerdo con dulzura, amor mío,
y veo tus ojos en las luces del crepúsculo
mientras brotan del corazón las primeras lágrimas.

Los prismas de rocío de las hojas que se mecen al son de la brisa del verano
convierten el sol del atardecer en un sinfín de colores
que me hipnotizan desde mi tímida ventana;
sé que el sol no va a traerte a mi lado,
                                                             mi vida,
pero

        deseo tanto estar contigo...

Porque ¿sabes?,
cuando no estás,
cuando no veo brillar tus ojos en el horizonte
mostrándome el camino que lleva hasta tu amor,
cuando no vislumbro tu sonrisa en lo lejano,
cuando no se reflejan en tus labios los rayos de luz de este maldito atardecer,
lo único que puedo hacer es llorar irrefrenablemente;
llorar,

         una y otra vez,
                                 con amargura,
y pensar,

                soñar acaso,
que algún día volverás a mi encuentro...

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