viernes, 27 de agosto de 2010

Luz

Como un idiota, encontré en la muerte
algo de inspiración en que servirme,
y aturdido en mi frágil existencia en soledad
pensaba neciamente que nunca volvería a amarte.


Un ayer expectante, un hoy sin palabras.
Una vida vacía, dos vidas felices.
Qué podría decir que no supieras, preciosa...


Hoy descubrí que hay luz al final del túnel.
Después de todo parecía mentira que mi vida tuviera sentido,
pero, de un modo u otro,
la penumbra del corazón súbitamente ha huido
y cientos de besos de amor eterno
pueblan esta noche mi fantasía y mi realidad.


Lo bueno no es eterno, dicen,
y después de todo hoy también te echo de menos,
pero ... ¿quién sabe?, mejor así,
porque poco a poco se aprecia mejor tu perfección,
porque así cada día, cada noche, en cada sueño,
en cada pedazo de realidad que me permite estar contigo,
contemplo delicadamente todo cuanto ahora quiero
y todo cuanto he de querer por siempre.


Puede que me vaya pronto,
puede que no te haya besado lo suficiente,
puede que aún añore tu boca, tu cuerpo, tu alma, tu ser, tu amor,
lo cual es evidente y muy justo,


pero mi alma está siempre allá donde estés,
es tuya, sólo tuya, y de nadie más, siquiera mía,
y allí pervivirá por siempre en tu corazón hasta el fin de mis días.


Horcajo de Santiago (Cuenca), 27 de agosto de 2010

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