viernes, 15 de noviembre de 2019

El abrazo

Paseo las largas tardes por la Unidad de ictus
buscando un rastro amado del otoño perdido.
Hay trazas de galleta en tu sonrisa
aún, mientras te alejas para siempre
y el tacto del abrazo es siempre austero.
Tú sabes que en mis sueños
la luz de juventud serán tus ojos
profundos, misteriosos,
que amaron por igual cada palabra
de cada mediodía, de cada insomnio
en la noche perversa que estoicamente asumo
cuando cierro los ojos y los sueros
y el timbre y los teléfonos buscan apuñalarnos.
Siempre fue tu sonrisa el infinito.
Regresa, e ilumina los pasillos heridos
con mares de verdad reconvertida en voz
de la esperanza azul que nunca olvidarán.
Regresa y llévame si lo deseas.
Tú sabes que no puedo enamorarte.
Yo sé que no me basta tu silencio.
(¡Qué aciago desenlace inconsumado!)
Dejémoslo existir imaginado
tan sólo de momento.
Dejemos que los sueños sigan siendo eso mismo,
pero regresa al menos a buscarme,
recuérdame algún día entre los bastidores
de tu cierto futuro, y puede que la vida
nos vuelva a conducir hacia otra sala
repleta de bombones y de manos
que buscan amistad en la tristeza.
Así será tan solo mientras quieras,
que la vida es tan tuya y es tan grande
y es tan desgarradora en ocasiones.
No sé cómo abrazarte para siempre
tener que despedirte,
y no puedo soltarme de tu pelo.
(¡Qué será lo que siento, lo que imploro
del femenino eterno...!)

Hoy bajarán las luces y cerrarán las puertas:
el mundo se ha parado de repente
y todo es más grisáceo sin tus miradas blancas,
sin la belleza extrema de lo simple
que nos has regalado, y que yo escondo
en un rincón lejano de la noche
donde sigo escribiéndote
y nunca es un adiós pero tampoco es un te quiero.

Recuérdame en tu nube misteriosa
cuando subas a vernos y suspiren
los médicos por ti: serán millares
de hombres afortunados los que te amen.
(Alguien tendrá más suerte o más arrojo.)
Y yo me quedo aquí, patidifuso
aún porque no sé si te he querido,
si todo era un querer reconvertir
la soledad de invierno
en vagas ilusiones de un instante
y en cúmulos de versos que no sirven.
Nosce te ipsum todas tus caricias
y todas tus ausencias, y la idiocia
certera, inenarrable de aquel hombre
que te buscó y te anhela,
que no te olvidará y que, acaso, espera.

Leganés, 15 de noviembre de 2019

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