sábado, 23 de noviembre de 2019

Sevilla y mis amores

para Estefi, Estela y Cris, con cariño

Cuando te conocí
eras críptica y pura,
y todo era belleza en ese atuendo
que llevas por la tarde en el trabajo
donde me enamoré
(de la forma más tonta)
y fuimos transcurriendo los pasillos
y el tiempo y el cariño en el desierto
de la infinita nada
que vive en las Urgencias.
A ratos oigo a Paula en pesadillas
y tiene la razón: es peligroso.
Pero seguí adelante
como agua incontrolable
y a veces crees que estás en una nube
y, en verdad, la marea te aplasta abajo
y ya te da lo mismo
sólo quieres amar, y no te importa
medir la magnitud de la caída
(la ingenuidad dorada de cuando era estudiante
no ha muerto todavía.) Yo qué sé.
Sevilla en mí se agolpa: toda nube,
relámpago u oscuridad me llevan
tomado de la mano
y yo, que soy idiota,
vislumbro alguna luz en la migraña
creyéndome el despunte de la vida
mientras mi alma tranquila y desarmada
se lanza por el puente de Triana
para cobrar sentido.
No es necesario acaso que me mates
ni que me resucites. Si ya da igual la noche.
El sol es poderoso -¿Krishna?-. Y qué
si sigo en el barbecho de las musas.
Alguien vendrá a traerme luz de invierno
para las noche tristes. Entretanto
ya voy con mis amores de la mano,
no todo salió mal.
¡Qué coño de musas! La vida sigue
y el sol salió, y las copas se han bebido.
La música ha existido.
Sevilla, la más bonita, por fin has venido.

Sevilla, 23 de noviembre de 2019

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