miércoles, 16 de junio de 2010

Soneto IV. Elegía por una despedida

Dedicado a todos cuantos han estado conmigo estos últimos seis años. Seguro que entenderéis este soneto a la perfección.

En fin, ya sabéis cómo soy para las despedidas...


Las lágrimas corren la tinta de mi pluma dormida.
Sobre el papel sólo hay lágrimas y versos olvidados
al recordar amargamente esta triste despedida
donde los adioses se mezclan con recuerdos deseados.

Sé, triste poema, que no es tuya la culpa de mi partida
de este viejo paraje lleno de recuerdos soñados.
También sé que en él se queda la felicidad vivida
junto con versos, más y más versos, versos añorados.

En el campanario queda el espectro de eterno amor
hacia todos cuantos me han rodeado durante estos años;
de hermosos recuerdos se ha quedado prendada esta torre.

Nadie escribirá versos sobre mi pena o mi dolor,
tan sólo silencio, silencio, un silencio con redaños
donde un último suspiro huye, escapa, vuela, corre...

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